martes, 8 de noviembre de 2016

Personaje

Es la 1 de la mañana. Leo.  Leer a esa hora es agradable porque el ambiente está casi en completo silencio y logró concentrarme mejor en la lectura. Un perro ladra en un parquedaero del edificio de enfrente.

Vuelvo a la lectura, algo le ocurre a uno de los personajes principales.  No me lo esperaba.  A lo largo de la novela me relacioné de cierta manera con él,  celebré sus aciertos, apoyé sus causas y forma de actuar.  

Sé que solo es un personaje que hace parte de un mundo de ficción, pero el giro de la historia me afecta un poco, no al punto de hacerme llorar  o que me obligue a mecerme de atrás hacia adelante como un loco, pero si hace que me plantee muchas preguntas; me invita a mirar el mundo desde un punto de vista diferente.

Vuelvo a leer la página, esperando encontrarme con otras letras, otros párrafos que cuenten algo diferente, pero no, confirmo lo que ha pasado en la historia.  "¿Y ahora qué?" me pregunto.  Es tarde,  o más bien muy temprano,  y decido dejar  el 20 % restante del libro para más tarde.

Si  la muerte de un personaje de ficción logra generar ciertas emociones en un lector, resulta difícil comprender cuanto le cuesta al  autor matarlo.  El escritor de la novela que leí, duro 10 años escribiéndola, tiempo en el cual, imagino, ni un solo día dejó de pensar en su obra y los elementos que la componen. 

Los personajes se convirtieron, más allá de su creación, en "amigos invisibles" que entiende a la perfección, pues conoce todos sus rasgos de personalidad y cómo reaccionan ante diferentes situaciones.  

lunes, 7 de noviembre de 2016

Mecánica

En segundo semestre, los viernes, de 4 a 6, tenía laboratorio de física mecánica en el que hacíamos diferentes experimentos.  Recuerdo, fácilmente, un carril de aire sobre el que deslizábamos una serie de objetos de diferentes materiales, imagino que para hacer cálculos de fricción, la verdad ya no recuerdo bien,  fue poca la atención que puse en esas clases.

A esa hora, yo y los integrantes de mi grupo sólo teníamos una cosa en mente: tomarnos unas cervecitas en un lugar al que, después de un tiempo, denominamos The Place. El sitio quedaba en  una casa y ocupaba el segundo piso; en  el primero ponían vallenato. 

Nos hicimos asiduos clientes del bar, desde una vez que, ya con varias  cervezas en la cabeza, de repente sonó Carrie y, mediante un acuerdo en silencio, casi telepático, decidimos gritar a todo pulmón el coro de la canción, para luego estallar en la típica risa de persona prendida.

Era un tema que no podía faltar en nuestras tardes de Viernes; tardes sencillas, poco pretenciosas y muy divertidas.  La vida en ese entonces parecía mecánica, automática, sin rasgos de caos o preocupación.

Luego de nuestras tanda de cervezas, cuando nos sentíamos lo suficientemente prendidos, salíamos a comer empanadas con mucho ají, dizque para que nos bajara la prenda.  

El plan, creo, murió ese semestre; en los siguientes nuestras clases no coincidieron y luego, como ha de ser, la mecánica de vida de cada uno cambió.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Camila

Un asunto, tema, algo le taladra la cabeza.  A veces no confía en lo que piensa.  Siente que sus ideas explotan y la amputan mentalmente.

Agarra su chaqueta y sale a caminar.  Caminar y dormir son las únicas actividades que resetean sus sistema. 

 ¿Para dónde voy? se pregunta. Mira como caminan las personas; se ven tan decididas en su andar que siente envidia de ellos.

Llega a un parque repleto, al parecer, de personas decididas que pasean a sus perros y dejan que sus hijos jueguen en los columpios. Se ven felices.  Camila piensa en la decisión de no tener hijos que tomó hace mucho tiempo.  De pronto es la variable que le hace falta a la ecuación de su vida pero, de ser así, prefiere dejarla sin resolver.

Entra a un café y pide un capuchino.  Luego se sienta en una banca y le da el primer sorbo.  Está fuerte. La barista, por iniciativa propia, le espolvoreo canela, chocolate, cuanto producto se le puede echar a esa bebida.  A Camila no le gusta ninguna de esas adiciones; siempre lo pide "limpio", como a ella le gusta llamarlo, pero en esta ocasión lo olvido.

Maldice mentamente y le cuesta pasar cada sorbo.  Preferiría botarlo, pero es pecado botar la comida.  ¡Pecado! se grita mentalmente, un concepto que nos ha jodido la existencia desde tiempos inmemoriales.

Un perro se acerca a oler su vaso de café que está sobre la silla.  Camila mira al dueño e intenta decirle, con un gesto que siente le deforma la cara: "agarre su puto perro".  El hombre dice algo que debe ser una disculpa, pero Camila no lo escucha. Tiene puestos los audífonos con un alto volumen.  Piensa que todos somos como el perro de ese hombre; metemos el hocico donde no debemos.

La canción que llega a sus oídos hace que sus pensamientos se esfumen.  Es una pieza instrumental de bajo, guitarra y batería repleta de destiempos.  Suena como si cada instrumento quisiera anular el sonido de los otros, toda una batalla de notas y armonías.

No recuerda haber escuchado esa canción.  Mira la pantalla de su reproductor: "Fracture" se llama.  A pesar de la sensación de entropía que le genera, Cree que hay un orden oculto dentro del caos musical.

Unas gotas golpean su cabeza.  Es hora de volver a casa.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Luna

Los ojos de Luna son de color negro,  profundos.  Cuando le hablas te miran y presientes que su cabeza procesa mil cosas al tiempo: tu lenguaje corporal, el clima, el ruido del medio ambiente, lo que dices, etc. Debe tener unos 20 años.  La piel blanca hace un lindo contraste con el color, también negro, de su pelo largo, que está recogido en una cola de caballo.  Su cara tiene facciones finas y manchas que parecen de carbón.

Son las 6 de la tarde pasadas y mientras las personas caminan apresuradas, tratando de alejarse, lo más rápido posible, de sus oficinas, a ella todavía le quedan varias horas para terminar su jornada que arranca a las 6 de la mañana.

Lleva una sudadera gris gastada y un saco de color violeta que está muy sucio.  Trabaja como recicladora.  La ayudo a llevar un colchón y una base de cama al lado de unas canecas, que revisa  junto a un hombre que lleva puesto un overol azul.



Hacemos dos viajes.  Le pregunto que cuál es el recorrido que hace y cuántas veces a la semana.  "Vamos desde Las Cruces hasta la 170 los Martes, Jueves y sábados" responde.



Saca su celular y habla con su Tía.  Es con ella y otra amiga con las que organiza su negocio de reciclaje.  Alcanzo a escuchar cuando la tía le pregunta  sobre el el colchón y si está bonito.  Luna se da cuenta me mira y se ríe,  "Si, ahorita hablamos" le dice y cuelga.


 "Pero tienen carro, ¿cierto?" le pregunto
 "Si, una camioneta"  
"Y antes de la camioneta era pura infantería?"
Me responde con un "Noooo" que oculta un "¿cómo se le ocurre? "hacíamos el recorrido en zorra y con un caballo.  Luego nos cambiaron el caballo, se lo llevaron a una finca, y nos dieron la camioneta".

Quiero conocer más sobre su vida, no sobre su actividad de reciclaje, sino qué le gusta hacer, a qué se dedica los días que no trabaja.  Imagino que tiene muchas historias interesantes que contar. Le pregunto su nombre y luego sobre el costo de un caballo.  Tal vez no esperaba esa pregunta, pero no la conozco, no quiero fastidiarla y fue lo que me llegó a la mente en ese momento.

"Como 5 o seis millones"
Cuando dejamos la cama al lado de las canecas me despido de ella.  Sonríe y me dice: Que Dios lo bendiga".

jueves, 3 de noviembre de 2016

Suspirar

Hoy suspiré. Alguien que estaba cerca me preguntó: "¿Y ese suspiro qué?". No supe qué responder, pues ¿qué encierra un suspiro realmente? Lo más fácil , como muchas veces, es acudir a los eruditos y lingüistas de la RAE, pero estos se lavan las manos facilmente al definir suspirar como: "Querer algo o a alguien intensamente".

Esa definición, de carácter sentimental, aplica para dos personas que se quieren, pero limita el suspiro a ese acto. y queda coja pues parece que el acto de suspirar encierra muchos otros aspectos y emociones difíciles de definir. Creo que un suspiro también es una válvula de escape para nostalgias y tristezas que deben salir de nuestro sistema.

También puede ser que un suspiro no sea más que un mecanismo corporal para regular la respiración cuando esta se desfasa; me imagino que ya habrán echo estudios científicos sobre el tema.

Por último pensé, especulando aún más, que en un suspiro liberamos un pedacito de alma, pero como esa es otra palabra aún más compleja , al final decidí que más bien un suspiro es como morir un poco o envejecer.

Igual no hay razón para alarmarse o dejar de suspirar, y no hay duda que la sensación de alivio que deja un suspiro es muy placentera.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Algunos perfiles de Juliette

Hoy me encontré un cuaderno de Juliette.  Ella estuvo conmigo en un par de cursos de Alemán y en el último me quedé con su cuaderno.  Como la mayoría de cuadernos  de las mujeres, el suyo está muy ordenado y tiene letra clara. Las páginas tienen escritas las conjugaciones de diferentes verbos, cuadros de preposiciones enmarcados en color morado (este y el negro son los único que utilizaba), y las anotaciones típicas de una clase en otro idioma.

Decido mirar las últimas páginas del cuaderno, no sé por qué espero encontrarme con algún aspecto desconocido de su vida.  Así nos comportamos a veces, es como si quisiéramos mirar la vida de alguien  a través del ojo de una cerradura.

Voy al final de su cuaderno pero, como era de esperarse, no encuentro nada.  Uno tiene que ser muy bobo para escribir, en la última hoja de un cuaderno,  acerca de esas incógnitas que lleva encima.

Lo que si encuentro son pequeños párrafos  sobre perfiles de personas. Está, por ejemplo, el señor Joseph Greiner, un carpintero de 54 años que ha vivido durante 40 años en el mismo sitio y que se siente como en casa cuando puede hablar en su dialecto.

Otro párrafo nos cuenta sobre Sabrina Graf.  Graf es una diseñadora de modas que vive entre Berlin, Paris y Londres que, a diferencia de  Greiner, se siente como en casa cuando utiliza su portátil.
Rosana Rosi (Derecha)
 con algunos personajes
del libro Optimal


Jueliette también escribió sobre Rosana Rosi, una profesora que nacio en Bohlen y que visita su tierra natal cada vez que visita a sus padres.

El último personaje de este pintoresco grupo es George W. Adoube, un jugador de fútbol que   tiene 27 años y nació en Ghana. Él siente mucha nostalgia al estar lejos de su familia y sus amigos.    

Queda Claro que los rasgos de vida de estos personajes son productos de la imaginación de Juliette, basados en una de esas fotos impersonales del Optimal, el libro guía que manejábamos en clase.

martes, 1 de noviembre de 2016

Fantasmas

Hace tiempo  un amigo desapareció de un momento a otro.  Lo busqué un par de veces pero nunca logré establecer contacto con él, hasta que me aburrí y dejé de llamarlo.

Un día me lo encontré cerca a mí casa.  Tenía una entrevista de trabajo por el sector y me saludo como si nada.  En medio de la charla, le pregunté que si algo le había molestado, qué se yo, quién sabe a cuantas personas ofendemos con micro-actitudes a las que no le damos ninguna importancia.

Se rió y me aseguró que no, que había estado muy ocupado pero nunca supe en qué, No habló sobre sus asuntos en esa ocasión.  Nuestra charla, más bien sonsa y repleta de lugares comunes, sólo duro unos minutos y quedamos de tomarnos unas  cervezas el siguiente fin de semana.  Nunca apareció,  sin pena ni gloria se convirtió en un fantasma.

A veces me pregunto en qué andará y si en algún momento tuvo problemas; en resumidas cuentas que fue lo que lo obligo a no volver a hablar conmigo. No es algo que me quite el sueño sino simple y mera curiosidad.

 No es es raro que las personas entren y salgan de nuestras vidas. Resulta imposible saber cuantas de las que frecuentamos, a futuro, se van a materializar por completo o a convertir en fantasmas.