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sábado, 5 de junio de 2021

Me dio sueño

Quiero leer despacio, pero largo; entregarme, mínimo unas dos horas, a una lectura libre de cualquier afán.

Comienzo a hacerlo y logro engancharme con la historia de la novela. Quiero saber qué les va a pasar a los personajes principales.

Los capítulos están intercalados entre lo que ocurre en el mundo de la novela y una novela que escribe la protagonista. A veces comienzo a leer los de la novela y no entiendo un carajo, hasta que caigo en cuenta que estoy en la novela dentro de la novela.

Leo un capítulo que transcurre en la vida de la protagonista.

La mujer le compra verduras a una viejita enigmática que nunca antes había visto, que tiene un puesto en la calle. La segunda trata de sonsacarle información a la primera, lo que hace aún más sospechoso su actuar o, más bien, su presencia.

En la vida real, aquí y ahora, si es que usted, estimado lector, considera el paso del tiempo de forma lineal— digo esto porque el otro día leía que pasado, presente y futuro se entremezclan de manera continua—tuve que interrumpir la lectura para salir a hacer una vuelta no prevista.

Cuando regresé, después de no más de 2 horas de estar por fuera, acomodé las almohadas para seguir leyendo , pero me dio sueño y los ojos se me comenzaron a cerrar.

Dejé que el sueño, los ojos o ambos hicieran lo que les diera la gana, supuestamente para descansar, y cuando los abrí por tercera vez, el Kindle se había apagado; me había quedado dormido.

Me gustaría dejarles una enseñanza, sorprenderlos con un texto que sacuda su forma de pensar, pero no. Solo quería contarles que me dio sueño.

jueves, 3 de junio de 2021

Historia en remojo

Debo trabajar en una presentación, pero antes de abrirla decido cerrar todas las pestañas del navegador de internet.

Una es una noticia que cuenta cómo un hombre, descargó el cargador de una pistola 9 mm en otros dos, y cuando se iba a pegar un tiro, el arma se atascó y no pudo hacerlo. No recuerdo la seguidilla de links para llegar a esa página, ¿qué estaba buscando?

La noticia tiene declaraciones del asesino. Cuenta que fue Jesús quién lo salvo en esa ocasión y que lo terminó de encontrar los años que pasó en la cárcel.

Me sumerjo en la noticia, porque las declaraciones del hombre son párrafos extensos y me parece que hacen parte de una novela, pues están cargados de tensión y frases precisas que, en vez de  respuestas improvisadas, parecen elaboradas con detenimiento.

Se me viene a la cabeza un escrito sobre el hombre. Abro un documento nuevo, anoto un par de ideas y redacto una introducción o, más bien, la copio, porque es uno de los dardos narrativos que disparó el hombre cuando lo entrevistaron.


Miro el reloj, y debo ponerme a trabajar en la presentación.

Leo lo poco que escribí, lo edito a las patadas y cierro el documento.

El escrito queda todo el día en remojo en mi cabeza. Le doy vueltas y vueltas y me imagino diferentes estructuras para contar la historia del asesino creyente.

Me gusta cuando eso pasa, cuando una historia se queda dando vueltas en la cabeza, como exigiendo que la contemos; como si preguntara: “¿para qué se tomó el trabajo de prestarme atención, si no me va a narrar pronto?”