lunes, 30 de junio de 2014

Personaje

Algo que me gusta mucho cuando leo y que evidencia el poder de un texto, es ver como los personajes me caen bien o mal de acuerdo a sus características. Detrás de la creación de un personaje hay tantos elementos y variables que un escritor tiene en cuenta, y que logra imprimir en los mismos, lo cual logra que el lector sienta empatia o repulsión hacia los mismos.

Hace un tiempo hablé con un amiga, sobre el personaje de una novela el cual ella leía de una forma y yo de otra.  Uno siempre lee, si no tiene nada de conocimiento del idioma, los nombres de los personajes como mejor le parezca, es decir, sin tener la más mínima idea de como realmente se pronuncia y/o suena el nombre en el  idioma del escritor.

Me viene a la mente, por ejemplo, Dragan Armansky, el personaje de la novela Millenium que era el Director general de la firma de seguridad Milton Security, para la cual  Lisbeth Salander trabajaba como  freelance.

 ¿Como se pronunciará ese nombre en Sueco?  Al leerlo siempre le pusé  el acento al apellido en la segunda silaba, pero  ¿Como saber si mi apreciación era fonéticamente correcta?  A la larga esto no impide que uno continúe leyendo, pero yo creo que si influye en la forma en que uno recrea al personaje en la imaginación; desde las características físicas hasta sus rasgos de personalidad.

viernes, 27 de junio de 2014

Flánerie

Yo me se escasamente una par de palabras en francés, pero el otro día leí la que titula esta entrada, en un dialogo de uno de esos personajes de novela que habla más de dos idiomas y se la pasa viajando por todo el mundo.  Sí algún días me llego a encontrar una lampara con un genio, uno de mis deseos será: "quiero convertirme en un personaje de novela, de esos que se la pasan viajando, escribiendo, tomando cafe y vino,  y teniendo sexo con mujeres supremamente hermosas."  

Flánerie  significa: Callejear, Brujulear, pasear sin rumbo.  La palabra equivalente  en inglés es el verbo Dawdle conjugado en infinitivo, y la más acertada en español, creería yo, es deambular.

Creo que en ocasiones así debemos actuar cuando no tenemos claro algo en nuestras vidas, bien sea desde ir de un lugar físico hacia otro, o cuando estamos inseguros de tomar una decisión importante relacionada con alguna faceta, bien sea laboral, sentimental, de amistad, etc. Echar a andar sin ningún rumbo fijo y dejar que la vida lo sorprenda a uno, o en caso contrario, en medio de ese camino sin rumbo, no esperar y sorprender a la misma.

El orden y querer hacer siempre las cosas "bien", resulta aburridor, porque muchas veces esto nos sume  en una quietud que contradictoriamente nos desgasta.   Según el personaje de la novela que le comenté, el "Flánerie" es exquisito experimentarlo en esas grandes ciudades icónicas, donde el turista tradicional siempre visita los mismos sitios ya desgastados de tantos pasos y miradas, mientras que la ciudad puede tener unos recovecos hermosos; por ejemplo ¿Cuántas cosas no se perderá uno de París por ir, sin ningún tipo de cuestionamiento, a visitar la torre Eiffel y/o sumergirse eternas horas en las catacumbas del Louvre?

Lo bueno de esa actitud Flánerie, por llamarla e alguna manera, es que nos invita a cuestionar y a salirnos de ese camino que con tanto esfuerzo hemos, unos más que otros, planeado, y ejecutado en nuestros cerebros infinidad de veces.

 ¿Qué espera usted, estimado lector, para irse de Flánerie, Dawdling o comenzar a Deambular?

"Not all those who wander are lost"
- Gandalf - 

jueves, 26 de junio de 2014

La del nombre con L

En la universidad me encontré, varias veces, en clase con personas de uno o un par de semestres superiores. Estas estaban repitiendo la materia o simplemente no la habían visto. Si no me falla la memoria, cursando tercer semestre tuve clase con una mujer que me gustaba mucho.

Como suele ocurrir, era una de esas personas que por alguna extraña razón desatan en uno cualquier cantidad de sensaciones y pensamientos, y que no llegan a considerarse bellas por el imaginario colectivo.

Ella tenía pelo negro corto, una nariz bonita y unos ojos negros profundos que parecian estar llenos de aceite oscuro; todo el conjunto de su cara era una sacudida completa a mis hormonas.

Definitivamente lo que más me gustaba es que era medio dejada. Solía andar con un saco de mangas largas que sobrepasaban su finas manos y casi siempre utilizaba tennis, unos Converse si no estoy mal. A veces también utilizaba falditas, y generaba un contraste entre mujer tierna y rabona que, desde mi punto de vista, la hacia ver mucho más deseable.

El punto es que nunca supe a ciencia cierta como se llamaba, pues nunca la abordé en ese plan Tony de "Hola Como te llamas, que te gusta hacer, etc."; Charlar en plan conquista que llaman. Estoy seguro que su primer nombre era de cuatro letras, siendo la primera una L, la segunda una E y las últimas dos todo un misterio, a continuación listo toda la combinación de nombres que muchas veces utilicé para llamarla:

LEDA
LECA
LEAH (La h al final es para darle caché)
LHEA (La h intermedia le da aun más caché al nombre)
LEIA (¡Ja! sería buenísimo si se llamara así)
LENA....

A veces solo pronunciaba el "LE" y dejaba que cualquier sonido de mi boca al cerrrarse completara el nombre.

No sé por qué razón hace unos días me acordé de ella ¡Lo sé!, yo y mis exfuturos.

miércoles, 25 de junio de 2014

Salario vs Independencia

Se sientan en la mesa que está a mi derecha dos hombres.  El mayor es  alto, tiene un traje gris con una camisa de rayas azules y no lleva corbata; hay veces que uno se siente ahorcado con esa prenda y es toda una liberación quitársela. Imaginó que eso le ocurrió a este hombre en algún momento del día.

El menor, al parecer su hijo (soy pésimo determinando a primera vista si dos personas tienen algún grado de parentesco)  estaba de sudadera, con una chaqueta con capucha como las que usaba Rocky para entrenar.  Esa era la única semejanza con Rocky, pues era bien flaco y llevaba gafas.  Langaruto, es la palabra que  se me viene a la mente para describirlo.

Estaba yo inmerso en mis pensamientos, cuando de repente escucho como el hijo le pregunta al padre "¿Tú que prefieres? ¿un salario fijo o independencia?" Tema álgido este, claramente relacionado con eso de ir tras la pasión, pensar fuera de la caja, felicidad, libertad, etc. pero el cual considero muy interesante.

Haciéndome el loco, trato de descifrar cada una de las palabras de la conversación.  Escuchar al hijo es fácil puesto que habla duro, en cambio lo que dice el padre es confuso, pues habla en voz baja y el tono grave de su voz no colabora con mi ejercicio de escuchar la charla, así que sus palabras resultan casí un murmullo. 

Si mi mente no se puso a divagar en tierras de ficción, como suele hacerlo, la situación era la siguiente:  El hijo de unos 20 años estudia algo relacionado con producción audiovisual, pero parece ser que está aburrido en la universidad. Según él, está perdiendo el tiempo.  Le dice a su padre que en esta época todo es más fácil y que con cierta máquina u objeto relacionado con su carrera podría hacer infinidad de maravillas y aprender más que en un salón de clase; en últimas, sería independiente.

El padre respondía a los reproches de su hijo de forma calmada, actitud que potencializaba aun más su murmullo; sin embargo, dejaba evidenciar su conflicto mientras refutaba las ideas de su hijo.  Imagino que le debería parecer muy extraño que no quisiera seguir en la universidad, un lujo que muy pocos se pueden dar y un gran esfuerzo  que hacen los padres, siempre pensando en lo mejor para sus hijos.

No pude captar la primera parte de la respuesta que le dio a su hijo, pero al concluir la misma le dijo algo como "Yo creo que al llegar a los 30 años es una buena época para pensar en formar empresa, pues ya adquiriste experiencia".  La experiencia, ese intangible que para nosotros tiene una directa relación y  casi la misma importancia que ese otro al que llamamos tiempo. 

En este punto el padre, al parecer, se dio cuenta que su conversación tenía un intruso auditivo, y acomodó su silla dándome por completo la espalda, para quedar cara a cara con su hijo.

La pregunta me quedó sonando todo el día  ¿Que es preferible?  ¿Un salario pequeño, justo, de más de 6 cifras; pero en definitiva salario, o una independencia que viene con un ingreso que no es fijo y en ocasiones sin rastros de un billete o moneda?

Este es uno de los temas que más me raya la cabeza; porque indiscutiblemente el depender económicamente de una empresa o lanzarse a esa gran piscina o abismo del emprendimiento, tiene estrecha relación con la Felicidad, el Éxito y la Libertad.  Como estos conceptos son meramente subjetivos,  tal vez, la  pregunta del hijo nunca tendrá una respuesta certera y/o absoluta.

lunes, 23 de junio de 2014

Palanca

Arquímedes mencionó aquella famosa frase de "Dame una palanca y moveré el mundo".  Para cuestiones de física es una frase que aplica totalmente, pero en cuestiones laborales la frase se "tuerce" para convertirse en : Dame una palanca y estancaré el mundo.

Suponga que usted tiene ciertas aptitudes que le permitirían realizar determinado tipo de trabajo y ocupar un puesto laboral con el que siempre se ha soñado.  Si el mundo fuera siempre justo, lo más razonable sería que usted ocupara dicho puesto, a menos que exista una persona que tenga más experiencia en su campo, en cuyo caso, usted se convierte en el complemento de la búsqueda laboral de esta.

Algunas veces esto ocurre, pero en otras ocasiones simplemente las empresas dan los puestos por la fuerza de alguna palanca laboral; la cual tiene el suficiente poder de ubicar a quien se le de la gana en cualquier tipo de cargo. Justo en ese momento en que el cargo es ocupado con la ayuda de una  palanca, es cuando el mundo se comienza a estancar.

Es muy poco probable que la persona que ocupo un puesto gracias a una palanca, quiera dar lo mejor de sí en el mismo.  Entonces después de un tiempo esta se sentirá miserable porque por más grande que haya sido la palanca, no se va a encontrar a gusto en el cargo ocupado.

Por otro lado, aquel que se acoplaba  al puesto perfectamente; probablemente ocupó otro, el cual no creé que lo llena de la misma forma que aquel que le quitó la acción de la palanca.  

Imagino que desde la primera palanca laboral que se ejerció en el mundo, vino una seguidilla de personas insatisfechas, porque están en un puesto que los agobia a pesar de la palanca o bien porque les toco buscar un puesto en el que no se encuentran a gusto por culpa de una palanca laboral que les arrebató otro.

Queda visto, entonces, que las palancas laborales, entristecen a las personas y estáncan al mundo.

sábado, 21 de junio de 2014

Amor Ligero

Nunca fuí ni seré un gran fanático de Soda Stereo; creo que, por algún motivo que no puedo determinar con precisión, su música nunca me llegó a emocionar como a muchos otros. 

En algún edificio cercano, parece que casi todos los fines de semanas organizan fiestas.  Hoy escuché a muchas personas cantar a grito herido "Música Ligera", y recordé como en los inicios de mi carrera universitaría, época que parece ubicarse siglos atrás, era una canción que ponían en la recta final de las rumbas, cuando uno ya se encontraba, en la mayoría de ocasiones, fuertemente alicorado, y entonces el grupo de amigos se abrazaba formando un circulo para gritar el coro de esa canción, mientras se daban vueltas de forma descontrolada  como si el mundo se fuera acabar. ¡Que vaina más ridícula!

Esto fue Lo primero que me llegó a la mente al escuchar hoy a ese grupo de personas que al parecer hacian  lo mismo; pero también pensé, debido a la trama de una novela que estoy leyendo, que en efecto el amor, en medio de su grandeza y la placidez que genera en las personas, es completamente ligero, como una corriente de aire que se arremolina un rato junto a uno y que puede desvanecerse tan fácil como llegó a hacer presencia.

Quien sabe si realmente existe, en algún rincón del planeta, esa persona que nació al igual que uno simplemente destinada a ser su pareja.  De pronto esto es posible, pero como ya somos más de 7000 millones de medias naranjas, tal vez encontrar esa otra mitad es un asunto de locos, y  terminamos por relacionarnos sentimentalmente con personas que, casi a ciencia cierta, sabemos que no son nuestra otra mitad, sino una fracción menor a la misma 1/4, 1/16, y todas las posibles e infinitas fracciones que existen de 0,1 a 0,5.

Quiza también es por esto que cuando estamos inmersos en una relación sentimental, un tercero irrumpe en nuestro tranquilo entorno, y empiezan a germinar las dudas de nuestros sentimientos hacia la pareja actual.  Todo porque ese "intruso" que llegó representa una fracción mas grande que la que representa nuestra pareja.

En este orden de ideas, el amor si resulta ser música ligera, o en otras palabras el amor es como un quebrado matemático, teniendo en cuenta que según los eruditos de la RAE, uno de los significados de quebrado(a) es "Dicho de una persona: Que ha roto su noviazgo".


jueves, 19 de junio de 2014

Columpio

Hoy me devolvía para la casa y pase por un parque donde hay una de esas estructuras para que los  niños jueguen, con rodadero, una casita de madera y dos columpios.  En estos últimos, dos hermanas monitas se encontraban balanceándose.  La mayor ocupaba el del lado derecho y ya estaba alcanzando una gran altura con su movimiento pendular, mientras que la menor, la cual escasamente alcanzaba a rozar con los pies el piso, se mecia apaciblemente en el suyo.

Cuando la mayor pasaba al lado de la pequeña le decia que mirara como ella podía llegar más alto y como, por decirlo de alguna manera, sabía utilizar mejor el columpio.  Miré la cara de la pequeña,  la cual se encontraba concentrada y mordiéndose el labio,  tratando de imitar a su hermana mayor, tal vez cansada de la burla de esta.

El punto es que desde pequeños nos quieren enseñar que  en esta vida  solo debemos  ganar. Que es imperativo apabullar a quien tengamos enfrente, independiente de cual sea el contexto; porque ganar supone éxito, concepto que a la larga  es igual de subjetivo a la felicidad.   Ya de adultos, como tenemos tatuado en la mente que solo debemos ganar, apenas nos enfrentamos ante una derrota, se nos viene el mundo encima, porque en nuestro imaginario personal y colectivo, aun seguimos creyendo que fracasar está mal. 

Por querer "ganar" y aparentar  en el mundo de los negocios, la empresa Enron llevó una contabilidad doble, llegando a exagerar sus ganancias por más de 500 millones de dolares. Una vez descubierto el desfalco, la caída de la compañía no duró nada, llevándose consigo otras gigsntes como la consultora Arthur Andersen.  

Lo que le deberían enseñarle más bien a uno desde chiquito, es a gozarse cualquier momento sin importar si se está arriba o abajo y sin tener que estar todo el día comparándose con el otro; también que entre más alto este uno en un columpio mas fuerte será el golpe si nos llegamos a caer.