Ayer me monte en un bus por la séptima. Iba muy incomodo cargando un paraguas y una carpeta. El bus estaba empezando a llenarse y yo, Después de un par de minutos, no había definido de donde y como me iba a agarrar. Una señora que estaba sentada justo enfrente mío se dio cuenta de mis inconvenientes y se ofreció a llevarme tanto el paraguas como la carpeta.
Aplique una de mis mejores sonrisas de "Todo bien Señora" y le di mis cosas. Después de unas cuadras de viaje, me imagine una situación en la cual en el momento que me tocaba bajarme, la señora no quería devolverme mis cosas. Yo empezaba a forcejear con ella y los demás ocupantes tomaban partido hacia uno de los dos y hacían bulla porque obviamente querían ver golpes y sangre. Afortunadamente cuando me iba a bajar, la señora me dio mis cosas sin oponer resistencia.
Opino que siempre debemos estar abiertos a que nuestros eventos bien sean rutinarios o no, puedan tener desenlaces extraños. Muchas veces cuando las cosas no nos salen como esperamos, como creemos que deben ser, nos bloqueamos y terminamos embarrándola. Por último le puedo decir !pobre de aquel que intente quedarse con mis cosas en un bus!, pues ya tengo definido el plan de contingencia para tal situación.
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