Hay quienes dicen que existen unas lecturas obligatorias. Ayer me llegó al correo un E-mail de Amazon promocionando un libro que lleva como título: “50 piezas maestras que tienes que leer antes de morir”. Del listado ya he leído algunas, pero no la gran mayoría y es muy probable que nunca las lea todas, pues ya sabemos que la vida no alcanza para tanto libro.
El punto es que es que la conjugación del verbo “tener” genera mucho ruido, pues siempre he creído que uno debe leer lo que quiera, teoría que refuerza García Márquez en una nota de prensa del año 1982:
“La verdad es que no debe haber libros obligatorios,
libros de penitencia, y que el método saludable
es renunciar a la lectura en la página en que se vuelva insoportable.”
- La literatura sin dolor –
Dicho esto y por otro lado, considero que lo que si deberían ser obligatorios, son algunos capítulos de la literatura que, por lo bien escritos que están, todo el mundo debería leerlos mínimo una vez en sus vidas. En este momento me llegan a la cabeza dos: “Las Minas de Moria” de La Comunidad del anillo, el segundo libro de la trilogía de Tolkien, que tiene un ritmo galopante y las veces que lo he leído, aunque ya sepa que va a pasar, siempre me genera angustia.
Otro capítulo que creo que se debería leer como mínimo una vez en la vida es el 23 de Rayuela, en el que aparece el personaje de Berthé Trepat, la pianista incomprendida; capitulo que, humildemente creo y con el perdón de los expertos en Cortázar, en literatura, y/o todo aquel que crea que estoy diciendo disparates, paga todo el libro por lo hermosamente escrito.
A la larga no deja de ser un tema de gustos personales y cada quién tendrá capítulos que de cierta forma lo han marcado, pero prefiero más esta teoría de los capítulos imprescindibles que la de los libros.
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