Continuó con la lectura de la novela Go, went gone, que trata acerca de un grupo de inmigrantes africanos en Berlín. Hacia rato no la retomaba porque se me cruzó Girl At War, una novela que trata sobre le guerra de Yugoeslavia. Ese conflicto, por razones diferentes y más allá de un burdo amarillismo, siempre me ha atraído. Además, estoy escribiendo una historia que tiene como protagonista a Radiša Dobrilo, un francotirador croata, y quiero que la atmósfera sea precisa.
Termino la novela en pocos días y me agrada bastante. Tengo pereza de regresar a la otra porque la siento lenta y falta de acción.
Hay quienes dicen que uno debe abandonar una lectura en el momento en que se sienta la menor pizca de aburrimiento, pero no quiero hacerlo con esta, pues ya llevo más de la mitad y, por alguna razón, tengo fe de que me enganche de nuevo.
He abandonado la lectura de muy pocas novelas, y una de ellas fue El Péndulo de Focault de Umberto Eco. Un amigo me había dicho que era una obra maestra y es considerada una obra de culto por muchos, y por eso la empecé a leer, pero después de un tiempo me aburrió.
Sé que Eco es brillante, un erudito podría decirse, pero por algo, no se precisar qué, su novela no me enganchó. Quizá lo que vivía en ese momento, no me permitió conectarme con la obra, pues bien sabemos que los libros tienen tiempos particulares para cada persona. De pronto le daré otra oportunidad en unos años.
Hoy leí tres capítulos de Go, Went, Gone, y aunque sigo creyendo que podría tener más acción, me parece que la historia mejoró un poco y que, de una u otra forma, me he relacionado con los personajes.
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