Hubo un tiempo en el que sufrí de una ligera obsesión por el alemán. Mi primer acercamiento con el idioma fue en los últimos semestres de la universidad, cuando lo tomé como electiva.
El profesor era un Alemán que siempre andaba de saco y corbata y con la cara roja. Se notaba que entendía bien el español, pero le costaba comunicarse en ese idioma, entonces cuando lo hablaba, parecía que lo estuviera haciendo en cámara lenta.
En el curso, conformado por no más de 7 personas, había gente de distintas carreras, entre ellos estaban: 2 hombres que estudiaban economía y se la pasaban riendo, una mujer de artes y Juliana, una estudiante de Ciencias Políticas que me parecía linda, tenía una de las mejores narices respingadas que he visto en mi vida y pelo rubio, largo y liso, que a veces adornaba con trenzas delgadas.
Juliana dominaba el idioma porque había estado de intercambio en Alemania 6 meses. Lo que a mí me fascinaba y asombraba como primíparo, qué sé yo, poder decir diferentes números y los días de la semana, ella ya lo tenía dentro de su sistema.
Siempre trate de pegármele porque me gustaba, pero también para aprender de ella. Me gustaba oírla hablar con el profesor antes de empezar la clase, porque su pronunciación era muy buena.
“¿Qué más Herr Rodríguez?", Me saludaba
“Gut, un dir Frau Valencia?, le respondía
“Auch gut”, decía y luego cambiaba al español, segura, imagino , de que yo solo podía sostener una conversación hasta ese punto.
En el último examen del curso, o el único, ya no recuerdo, nos tocaba hacer una composición corta. Cuando llegué a ese punto saqué mi diccionario y busqué algunas palabras nuevas y revisé si otras que había escrito estaban bien. Una de las que encontré y que no conocía fue nächer (después, más tarde). Con mis pocos conocimientos gramaticales, y recordando una de las premisas clásicas del profesor: verb am ende (el verbo va al final) la inserté en mi escrito lo mejor que pude.
En la clase siguiente nos entregaron los exámenes y lo pasé. Juliana me pidió que se lo mostrara y leyó mi escrito. “Uyy utilizó nächer y todo Herr Rodríguez, muy bien", y luego soltó una carcajada.
Me gustaba verla reír, imaginaba que su risa era en alemán.
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