Estoy en el lanzamiento de un libro. Había quedado de asistir con un amigo, pero se le presentó un inconveniente y no pudo asistir al evento. Como ya me había programado decidí ir solo.
Apenas llego al lugar un mesero, con paso apresurado, pasa por mi lado con una bandeja repleta de copas de vino.
“Señor”, le digo. El hombre frena en seco y baja la bandeja de encima de su cabeza. No sé cómo hace para que ninguna se le derrame.
Sin mediar palabra tomo una copa. Apenas lo hago el mesero comienza a caminar con el mismo paso decidido que llevaba antes.
Decido salir a la terraza del lugar.
A los pocos minutos de estar allá una mujer bajita, de pelo negro con mechones grises, se acerca y me pregunta si tengo un encendedor. Le digo que no fumo, pero igual se queda a mi lado y comienza a hablar.
Se llama Sofía y me cuenta que es escritora. Le pregunto sobre qué escribe y me dice que le gusta la fantasía. Le cuento que a mi también me gusta escribir y me dice: “Veo, ¿y a qué edad empezaste a escribir de verdad?"
No sé qué gesto hago o cuál es la lectura que ella hace de mi lenguaje corporal, porque al instante concluye: “quiero decir, ¿a qué edad publicaste tu primer libro?”
Como no he publicado ninguno no sé qué responderle. imagino que decir “soy escritor(a)” es fácil, pues no hay forma de negar esa afirmación. Cada quién va por la vida diciendo qué es o cree ser y ya está, ¿acaso no?
En medio de mis pensamientos Sofía vuelve a quebrar el silencio: “Yo comencé a los 23 cuando publiqué mi primer libro".
Tal vez lo que sucede con la escritura es que muchas personas que la practican no se preocupan por perfeccionar su arte, sino que simplemente quieren ser escritores.
Sonrió para ganar tiempo e inventar cualquier respuesta, pero como ninguna llega a mi cabeza, le doy un sorbo a la copa de vino y permanezco callado. Luego bajó la mirada y me pongo a mirar sus zapatos, unas botas rojas, y los míos. Algo me dice que lo mejor es permanecer callado y por eso debo evitar el contacto visual. Cuando ya me resulta imposible hacerlo, porque sé que Sofía espera que le diga algo, subo la mirada y sonrió de nuevo. La sonrisa como escudo.
Justo cuando voy a abrir la boca para decir quién sabe qué, Sofía se da cuenta de que alguien acaba de llegar y se excusa conmigo para ir a saludar al recién llegado.
Ahí, solo de nuevo, me pongo a repasar la breve conversación que tuve con Sofía. Imagino que el concepto Escribir de verdad, está ligado a publicar un libro. Si a alguien le gusta escribir, como es mi caso, pero no ha publicado ninguno, ya sea de autoayuda, ficción, ensayo o incluso un libro de cocina ¿Cómo se atreve a llamarse escritor?
En ese orden de ideas, Existen dos tipos de escritores: los de verdad y los de mentiras. Sofía y quienes hayan publicado un libro, pertenecen a los del primer grupo, y quienes no hayan publicado ninguno al segundo.
Probablemente Sofía se fue a conversar con un escritor verdadero, porque ¿quién querría perder tiempo con uno de mentiras?
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