Hoy, por una de esas asociaciones extrañas que realiza el cerebro, me acorde de Calvarado un profesor que tuve en la universidad. Con un amigo adaptamos el apellido anteponiéndole la C, y así quedaba mucho más apropiado para su apariencia física.
Dictaba estadística y como muchos de los profesores de esas materias, a veces parecía estar en otro mundo o, a manera de sinestésico, parecía interpretarlo a través de varianzas, medías, covarianzas, distribuciones matemáticas, etc.
Nunca fui muy bueno para esas materias, y no me fluían como a otros estudiantes, quienes parecían tener un conocimiento innato de esos temas. Con Calvarado me tuve que esforzar bastante para pasar la materia, pero algo que me gusto mucho de su clase, era que aparte de preocuparse por dictar la clase y cubrir todos los temas necesarios, contaba con un posgrado en educación, y también se preocupaba porque el estudiante realmente entendiera su materia
Cuando entregaba los parciales, a cada uno le anexaba una hoja con comentarios personalizados donde le contaba que había tenido mal, por qué, y que temas creía él que debía reforzar.
Ojalá todos los profesores se preocuparán a tal nivel, para que el estudiante realmente entienda la materia. La mayoría de veces, en esas épocas universitarias, uno sólo se preocupaba por la nota, y a los profesores solo pasar las notas a la facultad.
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