Hace unos días hablando con unos amigos, llegamos a la conclusión que todos, en esta época repleta de emprendedores, expertos, start-ups, frases motivacionales, Steve Jobs en potencia, etc. deberíamos más bien aceptar que no somos más que aprendedores.
Con el afán de ser innovadores y creativos, lo único que buscamos consciente o inconscientemente es ser diferentes, y lo cochino de esa búsqueda es que al querer serlo, también de cierta forma intentamos dejar claro que somos mejores. Esa búsqueda de identidad desesperada resulta ser otra de las tantas manifestaciones del ego.
¿Qué chingados es ser mejor? ¿Cómo uno tiene el descaro de considerarse mejor que otra persona?. Uno solo puede ser mejor con respecto a uno mismo, es decir, al compararse con lo que uno fue ayer, algo que siempre podremos trabajar y mejorar.
Así que mejor cambiemos la palabra emprendedor por aprendedor, porque está claro que nadie se las sabe todas.
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