En bachillerato, en una clase de español, tuvimos una clase sobre los Haiku. Recuerdo poco sobre el tema, por mucho, la importancia de la brevedad de los textos, que obliga a una selección y uso muy preciso de las palabras.
Luego de la explicación, Centella, así le decíamos al profesor porque andaba en moto, nos dio tiempo para que escribiéramos uno en caliente. Al finalizar el ejercicio cada uno debía leer el supuesto poema que había escrito.
El mío, como el de la mayoría de mis compañeros pasó al olvido, pero hubo uno que se convirtió en una epifanía, una gran revelación que nos acompañará hasta la muerte.
En la última fila de pupitres, cuando faltaban 6 poemas por leer, le tocó el turno a Marco Emilio, un juicioso jugador de baloncesto que hablaba poco. Su Haiku fue el siguiente:
“La hoja trabaja ligada al árbol, mañana morirá libre”
Recuerdo el silencio sepulcral que guardó todo el salón después de escucharlo, cada uno, imagino, intentando digerir esa cachetada de palabras y significados de la mejor manera posible.
En estos días en el grupo de chat, recordamos de nuevo en el episodio. Un amigo mencionó que sería el mejor epitafio y el Marco complementó diciendo que aplica para todo.
Le pregunté si fue producto de un fogonazo creativo o que si llevaba una libreta oculta repleta de escritos de ese estilo. Marco respondió que en esa clase él estaba sentado al lado de una ventana que daba a un jardín interno, en el que había un arbolito que, según recuerda, estaba muy pelado, pero que aún conservaba un par de hojas verdes.
Aprovechando el desorden de la clase y mientras Centella iba de puesto en puesto explicando el ejercicio y resolviendo dudas, el poeta efímero se englobó mirando el árbol. Después de leer el poema, el profesor se lo hizo repetir unas 20 veces, “¿acaso este man no me entiende?”, pensó Marco.
Días después de su creación, Marco comenzó a pensar que si tenía mucho sentido decir que su Haiku aplica para todo y que con la repetición del poema, Centella solo quería procesarlo, relamerse en el una y otra vez.
Poetas todos, pero no lo sabemos.
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