“Los españoles leen al año 13 libros de media. ¿Qué os parece la cifra?” publica un hombre en una red social con un tono de alarma.
Da a entender que es una cifra baja y que deberían leer más.
Una mujer, en una actitud lambona, le responde con el mismo tono de drama”
“¡Qué tristeza me da esta noticia! Pero gracias por compartirla. Sin duda, invita a una gran reflexión y explica el motivo de la falta de empatía y otros valores que carecemos a nivel social.”
Que afirmación tan rimbombante, y que pereza que acuda a ese lugar común y fastidioso de la empatía.
A mí, la verdad, no me da tristeza. Que los españoles hagan con su tiempo lo que les dé la gana.
Dice la mujer que ese dato invita a una gran reflexión y les voy a contar cuál es la mía:
A mí no me escandaliza. Es más, me parece que leer alrededor de un libro al mes está bien, pues ¿cómo saber si esos lectores se dedican a leer libros tan extensos como Guerra y Paz cada mes?
Lo importante, como escribí hace algún tiempo, es leer al ritmo de cada uno, pero que sea a conciencia; un acto de comunión con la luz y tinieblas que llevamos por dentro, y no por mejorar la estadística de libros leídos al año.
Reflexionando de más, de acuerdo con la invitación de la que habla la mujer, me parece que su comentario carga ese tufillo de superioridad moral que a veces se le da la lectura.
Los que leemos mucho lo hacemos porque nos gusta y ya está, como al que le gusta jugar videojuegos, dibujar, ver televisión hasta que se le salgan los ojos, o echarse en la cama a mirar pal’ techo.
Si ese pobre hombre viviera en Colombia ya se habría quitado la vida, pues dicen las estadísticas que los colombianos leen 2.7 libros al año.
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