Me parece que es fácil leerla, es decir, que uno se monta fácil en su prosa y, de repente, se leen 100 páginas de una de sus novelas sin casi sentirlas.
Casi siempre cuenta cosas, lleva los personajes de un lado a otro o los pone a hacer algo, y de vez en cuando estos tienen pensamientos brillantes, pero creo que la autora no los plasma para mostrarse de esa manera, sino que es producto de una escritura frenética, algo que se le da de forma natural, un efecto secundario de su estilo.
Me la imagino como uno de sus personajes, sentada en su escritorio, escribiendo un párrafo durante horas, decidiendo qué palabra le cae mejor al ritmo de lo que cuenta.
O puede que no sea así, porque “En los días del abandono”, hay tramos de la novela que tienen aire de escritura libre, pero una contenida, que no deja que el subconsciente tome el control por completo. Entonces Ferrante, busca una manera elegante de conectar esos segmentos frenéticos con la historia que venía contando, para que la obra tenga la cohesión necesaria.
De ser así, Ferrante dedica el mínimo de tiempo a cada párrafo y todo el trabajo pesado se lo lleva la reescritura, las versiones posteriores a ese borrador atropellado, producto de las ansias de contar algo y vaciarse de las voces que inundan su cabeza. Caso contrario, como, imagino, le pasa a cualquier escritor, enloquecería.
Me pregunto, cuánto tiempo le tomará escribir un párrafo.
Me gustaría saber si dedica horas enteras a hacerlo o si descarga todo en la página y luego edita hasta la saciedad
“Inmediatamente después, hice un gesto demasiado brusco
para coger la bayeta y tiré también el azucarero. Durante una larga fracción
de segundo me explotó en los oídos el zumbido de la lluvia de azúcar, primero
sobre el mármol y luego sobre el suelo, manchado de vino.”
- Crónicas del desamor -
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