Camino por los pasillos, mirando que libro me voy a llevar, mientras pienso: no he leído un culo, necesito un trabajo en el que me paguen por leer; solo leer, no hacer reseñas ni decir qué tal me pareció el libro ni nada, solo leer.
Tengo cientos de libros para leer en el Kindle, pero ya está claro que comprar libros es una actividad independiente a leerlos, que podemos tener millones en nuestra biblioteca, pero si tenemos la oportunidad de comprar otro, así no lo vayamos a leer pronto, lo haremos sin ningún remordimiento.
Comienzo a repasar en mi mente qué libros tengo ganas de leer. Como ningún título aparece, abro la aplicación de notas de mi celular y busco la que se titula libros, a ver si me antojo de alguno.
Por alguna razón los títulos que leo no me llaman la atención, quién sabe que sentí en el momento en que los anoté, o qué fue lo que me llamó la atención de ellos, pero ahora no me dicen nada.
Sigo caminando. A veces saco un libro de los estantes y miro si su portada me transmite algo; porque sí, a veces juzgo los libros por su portada. Entonces leo la contraportada y si me llama la atención lo abro en cualquier página y leo un párrafo o un par de líneas a ver si tengo feeling con el estilo del autor.
Ningún libro de los que he visto logra cautivarme. De ahí en adelante se me ocurre consultar Goodreads para los libros que escoja, para ver si su calificación me ayuda a decidirme por alguno.
No tiene mucho sentido, porque un libro que le parece genial a una persona le puede parecer una basura a otra y viceversa.
Me acuerdo de un título de Sándor Márai: La Mujer justa. Pregunto por los libros de ese autor, y el librero me lleva a donde están ubicados. No está ese, sino Divorzio a Buda y otras de sus obras, pero ninguna me llama la atención.
Pregunto por los de Millás y Rosa Montero. Siempre lo hago, aunque no hayan sacado ningún libro nuevo, guardando la esperanza de encontrarme una pieza rara, una novela inédita o algo así.
Como era de esperarse, no encuentro nada nuevo de ellos.
Pero cerca a sus títulos están los diarios de Márai, que me parecen fascinantes y que si los estuviera buscando fijo no los encontraba.
Lady Masacre, la novela de Mario Mendoza, es el título que llega a mi mente. Lo tengo presente porque hace poco leí su libro Leer es resistir, y el escritor la menciona en uno de sus ensayos.
Me llama la atención porque es, digamos, urbana y se desarrolla en Bogotá. Me gustan esos libros que describen o mencionan espacios en los que alguna vez he estado.
Voy a Goodreads. 4.21 es su calificación. Pinta bien. Hojeo algunas reseñas hasta que llego a una de una estrella.
El libro parece escrito por un niño de 10 años, diálogos sosos e ingenuos, una trama que puede dar mucho más…
¿Será?, me pregunto ¿Debería estar leyendo a los grandes autores de la literatura, en vez de un escritor colombiano que escribe como un niño de 10 años?
Decido llevar el libro.
Primer mandamiento de la lectura: Leerás lo que te dé la gana.
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