domingo, 27 de abril de 2014

Restaurante

Hoy almorcé en un restaurante mexicano que me pareció muy regular.  Es un sitio nuevo (lo abrieron ayer) y no le encontré ninguna ventaja competitiva ni en la comida, ni en el servicio, ni en el ambiente; tal vez lo más agradable del sitio fue Camila, la mesera de pelo claro y linda sonrisa, que  me atendió muy cordialmente.

Abrir un restaurante en Bogotá no debe ser fácil porque la ciudad ya está plagada de los mismos.  Creo que la oferta de comida en Bogotá,  está a la par que la de cualquier otra capital del mundo, entonces si un restaurante no presenta ninguna ventaja competitiva (oferta de valor) diferente, que le apueste a diferenciarse en algo de sus competidores está destinado al fracaso.

Cuando termine el almuerzo y después de pagar la cuenta, se me acercó una mujer (al parecer una de las dueñas) para preguntarme que tal me había parecido; le mentí y le dije que había estado bien, pero que no veía ninguna diferencia del restaurante frente a otro restaurante de comida mexicana como, por ejemplo, el Carnal.  Ella atinó a decir que la carta era muy diferente a la de ese sitio (a mi la verdad me pareció pobre).  

En últimas le dije que eso podía ser cierto, (tal vez es diferente porque tiene menos platos que la otra) pero a lo que le debería apuntar el restaurante es a "drogar" a los clientes, es decir, que después de almorzar allá uno salga convencido que la próxima vez que le den ganas de almorzar comida mexicana o de cualquier tipo, uno tenga al restaurante entre las primeras opciones.

También es cierto que uno como cliente es lo más complejo y quisquilloso que pueda existir en el mundo, y satisfacer las necesidades de las personas es una vaina demasiado compleja porque constantemente cambian.  Tener un restaurante no debe ser fácil.

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