Jaime vivía en Nueva York. El año pasado vino a hacerse un tratamiento odontológico y un día vino a mi casa a comer algo. En la noche, a eso de las 9:00, decidí invitarlo a que nos tomáramos una cerveza. Cómo la mayoría de sitios estaban cerrados, terminamos en el bar de un hotel y conversamos durante una hora o tal vez un poco más. Fueron dos cervezas las que nos tomamos cada uno.
Recuerdo que en la conversación que tuvimos no tratamos ningún tema profundo o trascendental, básicamente hablamos acerca de su vida y trabajo en Estados Unidos.
El mes pasado, en un día como cualquier otro, Jaime llegó a su casa después del trabajo, y le dijo a su madre que iba a salir a comprarse una hamburguesa porque tenía mucha hambre. Él Ya sabía que nunca iba a regresar,
Una vez piso la calle dio inicio a su plan, primero fue al cementerio y botó su celular, no quería que nadie lo contactara. Luego alquiló una habitación de hotel, escribió una nota para su familia y se ahorcó.
Fue una noticia que me impacto mucho, y aun no dejo de preguntarme ¿Qué le habrá pasado para que tomara semejante decisión? Está claro que tuvo que ser algo muy fuerte y que desde su punto de vista lo dejo sin salida, pero no dejo de pensar que en cualquier momento se nos puede saltar la palanca de la angustia, lo que nos empujaría a cometer cualquier tipo de acto.
Es imposible entender cómo, para otra persona, la vida ya no tienen ningún sentido.
Es imposible entender cómo, para otra persona, la vida ya no tienen ningún sentido.
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