"Choque esos cinco claveles juancho". Así me decía Gonzalo, el esposo de la mejor amiga de mi mama, cuando yo era pequeño. Casi siempre lo veía cuando se reunían a jugar cartas. Él era alto, flaco, tenía poco pelo y utilizaba gafas Era de una región de Antioquia y tenía un arsenal de dichos agradables.
"Media pal bobo" era otra de sus frase favoritas, que utilizaba cuando ganaba un juego o estaba a punto de perder y el destino le regalaba un Joker. Otra era "Me desbajo" con la que intentaba recoger el juego de la mesa, una vez había bajado las figuras y se daba cuenta que había cometido un error.
Las frases siempre eran las mismas, pero era una de esas personas que no hay forma de que caigan mal y oirlo hablar siempre era agradable. En ese entonces yo debía tener unos cinco años; el llegaba y me saludaba con una gran sonrisa acompañada de un " ¿Qué más juancho? choque esos cinco claveles". Recuerdo que me hacia sentir importante y que me daba mucho gusto chocar las manos con el.
A Gonzalo se lo llevó un cáncer. Desde entonces es difícil encontrarme un saludo cargado de tanta energía.
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