El cursor titila impaciente, como si quisiera saber que letras va a ir regando a su izquierda. Martínez lo mira con desconfianza mientras se lleva su indice derecho a la boca y juega con la lengua sobre su uña.
Lleva un semana redactando Mejor darte prisa Lisboa. Va en el quinto borrador y todavía esta lejos del último. Incluso no sabe si va enviar la columna al periódico. Trata un tema que produce diferentes sentimientos en las personas: Los que están de acuerdo con su punto de vista seguro se alegrarán y lo llenarán de comentarios afectuosos, elogiando sus cualidades como escritor. El otro bando, el de los no conformes, que siempre parece más grande que el primero, estará listo para apedrearlo con insultos, comentarios pesados, y una que otra tímida amenaza de muerte.
Esos comentarios siempre le han hecho pensar si escogió la profesión correcta o más bien si se encuentra en el terreno indicado. A veces le gustaría abandonar las columnas de opinión y dedicarse a escribir cosas sencillas, ligth como el horóscopo, por ejemplo. Había leído el suyo hoy y decía: Asegúrese de que nada ni nadie se adueñe de usted. O de pronto aventurarse a escribir libros de autoayuda, repletos de lugares comunes y bálsamos motivacionales que tanto le gustan a las personas.
El cursor continúa titilando. No sabe si abandonar el artículo, relegarlo a esa carpeta de escritos inconclusos para luego utilizar las ideas o algún par de párrafos en un escrito futuro. ¡A la mierda!, yo no escribo para agradarle a las personas piensa Martínez.
Va a la cocina, prepara tinto y lo mete en un termo. Sus noches de edición siempre son largas. Por nada del mundo permitirá que le metan los dedos en la boca...... que nada ni nadie se adueñe de usted. USu horóscopo tenía razón.
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