Un fino manto de nubes púrpuras cubren un sector del cielo, más oscuro que de costumbre, a manera de parche improvisado. 2 postes de luz amarilla intensa iluminan un rectángulo de cemento que es una cancha de fútbol, baloncesto y voley-ball al mismo tiempo.
Una mujer se sienta en una banca. Cruza una pierna sobre la otra y la mece con alegría. Dice algo en voz alta. ¿Qué?, ¿con quién habla?, ¿acaso está loca?
Un ejercito de árboles se alza imponente, cada uno con varias ramas que se bifurcan como arterias y terminan en copas frondosas.
Una campana quiebra el silencio, con un compás certero. Suena 7 veces y su vibración lentamente se pierde en los oídos de las personas, ¿por qué 7? ¿simplemente anuncia la hora? ¿las campanadas tienen algo que ver con la divinidad del número?
Grupos de personas que cada vez caminan más rapido, con bufandas enroscadas en los cuellos, los hombros apuntando al cielo y las manos en los bolsillos, aparecen como ráfagas de viento, Uno de esos peatones quiebra un vidrio de una botella rota, que se encuentra en el piso, con uno de sus pasos. Un big-bang, a escala pequeña, de un micro-segundo.
La fuente, simétricamente ubicada en toda la mitad de la plaza, tiesa y expectante se percata de todo. Nadie se fija en su sencilla belleza de formas redondas o en el sonido de agua que la recorre y que tanto tranquiliza.
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