Maia es actriz y tiene pensado estudiar terapia de drama. Pasó 7 meses actuando, en un barco que viajaba entre Estados Unidos e Inglaterra. Mientras conversamos es difícil no distraerse con sus ojos que son de color miel.
Le digo, sin ánimo de coqueteo, que me gusta su nombre y le pregunto que si sabe que significa. Me cuenta que tiene raíces griegas y que significa "madre". "¿Quieres ser mamá algun día?" "Hopefully" responde.
Me cuenta un par de cosas más sobre su profesión y su vida en Inglaterra, hasta que nuestra conversación llega o la dirijo como quien no quiere la cosa, hacia libros y literatura.
Le cuento que hace un tiempo me leí “The Waves” de Virginia Woolf y que me costó mucho trabajo. Que lo comencé a leer en inglés, tuve que releer varios pasajes, hasta que decidí leerlo en español, pero la traducción de algunas palabras me parecía extraña así que finalmente me propuse terminarlo en su idioma original.
Le pregunto que si tendré problemas con mi inglés. Maia sonríe y me dice que no, que a los ingleses también les cuesta leer a Woolf.
De repente abre los ojos y me dice: “Mira que hace mucho tiempo estaba caminando de noche hacia mi residencia universitaria y escuché unos pasos detrás de mí”. Su cara refleja la emoción de alguien que está a punto de empezar a contar un relato, y con la con la imagen que me hago de su primera frase ya me tiene atrapado: Maia caminando de afán por una calle de adoquines envuelta en la penumbra .
“Cuando me iba a dar vuelta para ver quién era, siento que alguien me rodea con los brazos, me levanta, mete la mano en mi cartera, esculca en ella con desesperación, me suelta y sale a correr."
Después de eso caminé rápido hasta que llegué a mi apartamento. Revisé mi cartera y veo que lo único que se llevo el hombre fue una copia que había comprado ese día de "To the Lighthouse", ¿puedes creerlo?" concluye su relato con una sonrisa.
Le sonrío de vuelta y le pregunto, "¿y qué tal es ese libro?". "No sé, después de eso nunca lo leí".
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