Humberto Eco hablaba de una antibiblioteca, refiriéndose a libros que se tienen pero que no se han leído y que quizá nunca se van a leer. La biblioteca del escritor contaba con 30.000 libros, sin tener en cuenta los 20.000 que tenía en su casa de campo.
Yo creo que de esa antibiblioteca también hacen parte los libros que tenemos muchas ganas de leer y que aún no compramos porque, a veces, solo a veces, nos pesa en la consciencia gastar más dinero en libros, si todavía tenemos unos sin leer y otros sin abrir, y también aquellos que de una u otra forma la vida nos los tiene destinados, pero que aún no han encontrado el camino hacia nosotros.
Hace poco cayó en mis manos por cuestiones de serendipia, casualidad, destino, o en forma de señal, aunque poco creo en ellas, la novela "Por quién doblan las campanas" de Hemingway.
Hace un tiempo me quise leer una novela que tuviera que ver con la guerra civil española, y por eso me compré “Las tres bodas de Manolita” de Almudena Grandes, ambientada en Madrid, justo después de que finalizó ese episodio bélico.
Del escritor estadounidense, solo he leído “Fiesta”; una recomendación de una mujer que conocí en una noche de fiesta hace muchos años, antes de que ambos le prestáramos más atención al trago que a nuestra conversación sobre literatura.
García Márquez quien era un gran fan de Hemingway, lo menciona frecuentemente en sus notas de prensa, y desde que las estoy leyendo, me dieron ganas de leer nuevamente al escritor norteamericano.
Es así entonces que suenan las campanas de la casualidad en mi vida y me encuentro con esa novela, fruto de su estadía como corresponsal de guerra, para el periódico Alliance, en España en el año 1937.
A partir de hoy la novela dejará de pertenecer a mi antibiblioteca.
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