La Imagen que tengo clavada en la memoria de Yu, Gilling su nombre, que no estoy seguro si se escribe así, es metiéndose el pelo, que lo tenía largo, detrás de la oreja. Yu, de ascendencia asiática, le toco repetir un año, ¿octavo tal vez?, y cayó en nuestro curso, junto con el Flaco y Ariza, que tenían ínfulas de chicos malos, pero eran más bien pandilleritos de poca monta. Igual son puros prejuicios míos; no debe ser agradable repetir un año escolar, que es como ser un extranjero, en el mismo territorio donde están esos que nos han acompañado toda la vida, y por eso aparentar lo que no se es, puede ser un mecanismo para no derrumbarse.
Yu me caía bien porque era un tipo callado, que siempre andaba en su rollo y que no buscaba meterse con nadie. Lo tengo presente porque ese año quedó sentado en la fila de al lado.
Jugaba ping-pong, y siempre creí que era muy bueno en eso por el simple hecho de ser Asíático, pero no, su juego era más bien normal. Recuerdo la forma en que cogía la raqueta boca arriba, como esos bateristas de Jazz que no cogen la baqueta con toda la mano, sino solo con la punta de los dedos. Su aspecto era algo desguarambilao’ (desordenado) y casi siempre andaba con una chaqueta de Jean que parecía quedarle pequeña, y tenis converse.
Sus apuntes de clase, con una letra diminuta, eran erráticos. Escribía con un rapidógrafo, pero me parece que en vez de tomar apuntes, se la pasaba perdido quién sabe en qué tipo de fantasías, y las márgenes de sus cuadernos siempre estaban repletas de dibujos.
El profesor de español, que llamaba a los estudiantes por su apellido, le preguntaba con frecuencia a Yu. “¡A ver, Yu! Le decía, señalando hacia nuestro lugar, y muchas veces creíamos que nos hablaba a nosotros de You, y cuando estábamos listos a responder, nos dábamos cuenta que al que llamaba era a Gilling.
No sé que despertó a Yu en mi memoria. ¿Dónde y en qué andará?
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