Ambas palabras se parecen. Tan solo basta reordenar un poco sus letras y agregarle otra(s) para que adopten esa otra apariencia.
Ritual, dicen los viejitos de túnicas largas de la RAE, es un conjunto de ritos de una religión, de una iglesia o de una función sagrada, que también, imagino, tiene que ver con tribal, pues los fieles que conforman una religión son como una tribu esparcida en diferentes rincones del planeta, ¿acaso no?
Por otro lado, los mismos viejitos u otros, vaya uno a saber cómo se reparten las funciones los de la RAE, dicen que rutina es una costumbre o hábito adquirido por mera práctica y de manera más o menos automática.
Toda esa introducción para contarle que, imagino, cada uno de nosotros cuenta con diferentes Rituales o rutinas, que cargan un significado sagrado en nuestras vidas, sin importar lo insignificantes que puedan llegar a ser.
En mi caso me acuerdo de dos: preparar el café y secarme con una toalla luego de haberme bañado. Hablemos del segundo, que fue el que dio origen a este escrito.
Cuando tuve el accidente que me dejó el amable recordatorio, un temor de los médicos era que se me borrara información de la cabeza; que de buenas a primeras, apenas despertara del coma, no iba a saber cómo me llamaba o en qué país vivía. Afortunadamente no ocurrió nada de eso, pero una de las cosas que si se me olvido fue mi ritual para secarme. Sabía que tenía uno específico que iba de la cabeza a los pies, pero no recordaba cómo era la secuencia de los pasos y eso me daba mal genio.
Imagino que desde ese día que me volví a bañar sin la ayuda de nadie, creé un nuevo ritual de secado.
Queridos lectores, no dejen que nada ni nadie les quite esos rituales o rutinas que consideran importantes.
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