Dicen varias cosas sobre mi cuento. Una de ellas es que está bien escrito, pero que le hace falta una historia. “¿Cómo?”, me pregunto. De ser así perdí el tiempo y solo es un arrume de letras. Puede que sea cierto. A veces uno no da pie con bola con lo que escribe y ya está. En esos casos no queda más que probar a ver si la edición lo mejora o, si está muy mal, borrarlo todo y olvidarse de lo que se escribió.
Es el cuento sobre el día de la ejecución de un hombre en el corredor de la muerte. C. dice eso de mi cuento pues siente que le hacen falta flashbacks, que necesita saber más acerca de Baxter Jones, el presunto asesino, y el crimen que cometió.
Los únicos apartes en los que voy al pasado son diálogos que el narrador recuerda de conversaciones que sostuvo con Jones. De resto, en cuanto a estructura, es un cuento simple: El guardia lo narra en primera persona y se deja claro desde el principio que Jones va a morir y Billy, el guardia, narra todo el procedimiento con lujo de detalle.
Le digo a C. que lo escribí de esa manera, porque si me pongo a hurgar en la vida de Jones, el cuento se descontrola y se me sale de las manos, pues la historia daría para una novela y es un cuento de meras 6 páginas.
Rosa Montero dice que las novelas ofrecen más lugar para la aventura, un viaje más largo, un territorio en el que cabe casi todo, mientras que los cuentos ayudan a salir de bloqueos creativos y pueden ser una especie de sonda lanzada hacia un nuevo campo de expresión.
Dicen cosas, hay que hacer caso de algunas y olvidar otras.
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