Hablo de escribir.
Lo digo porque estoy que me caigo del sueño y mañana debo madrugar. Dado ese escenario debería tumbarme en la cama y mandar al cuerno la escritura, pero no sé. Siento que algo me llama a hacerlo, o simplemente es una mentira romanticona que me estoy creyendo y por eso sigo aquí, mientras mis ojos se me cierran del cansancio.
¿Qué sentido tiene sentarme a escribir cinco días a la semana en este espacio? No lo sé. Bien lo dijo Marguerite Duras en Escribir: Un escritor es una contradicción y también un sinsentido. Luego concluye: Nunca descubriré por qué se escribe ni cómo no se escribe. Yo le agregaría algo más: Nunca descubriré para qué se escribe. Algunos podrán decir, pues se escribe para publicar libros, ¿acaso no?
George Saunders, el escritor especializado en cuentos, habló en su Newsletter de hoy sobre el éxito y dijo que hay una escala de escritores que se mueven entre dos extremos. uno de esos extremos es: Realmente no me importa publicar y estoy totalmente interesado en la experiencia de escribir. el otro es: haré cualquier cosa para publicar, de lo contrario, ¿A quién le importa?
No sé. No podría listar bien las ventajas de escribir.
Quizá todo se resumen en algo que también cuenta Duras sobre Raymond Queneau. El escritor y poeta afirmaba lo siguiente, sin darle vueltas al asunto de la escritura o tratar de entenderlo: · “Escribe, no hagas nada más”.
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