Cuando se me ocurre alguna idea que considero digna de ser escrita la trato de anotar en una libreta que orbita por diferentes zonas de mi cuarto o en la aplicación de notas del celular. Otras veces, pocas, la verdad, me envío un email, pero suelo olvidar esas ideas y al final se pierden en la bandeja de entrada.
Hay unas notas fijas como la que lleva el título LIBROS, en la que anoto títulos que leo en alguna noticia o que escuchó por ahí, o esos de los que me antojo cuando entro a una librería a practicar el fino y placentero arte de hojear libros. De esa nota me llaman la atención dos: La “M” de las moscas e Hijos del fútbol. Me hace falta anotar “El cuerpo del fugitivo”, que me recomendó D. ayer. A pesar de que no soy muy fan de la poesía, el poema que me mostró no podía ser más preciso.
Otra nota fija es SERIES Y PELÍCULAS. Hace rato que no me enganchó con ninguna serie. La última que me vi fue The Flight Attendant y me gustó. De resto he empezado varias pero las abandono a los pocos capítulos. A inicios de este año empecé a ver This is Us, y los primeros capítulos me gustaron porque están llenos de significado, pero luego de un par de temporadas me aburrió tanto drama.
Otras notas hacen parte de lo que yo llamo “Sabiduría urbana”, es decir, frases que escucho cuando voy por la calle o estoy en algún lugar. Las anoto porque considero que tienen carne narrativa, que hay una idea poderosa que las sustenta y que es mi deber intentar descifrarla con unas cuantas palabras. De este tipo tengo la siguiente nota que tomé en un banco, mientras esperaba que me atendieran en la caja: “Recuerde que uno no debe ser fiador ni de la mamá”, le dijo uno de los funcionarios a un hombre que llevaba una cachucha y jeans rotos y que, al perecer, había sido víctima de un fraude.
Tengo también algunos escritos dejados a medio camino como la nota “Cosa”, en donde pienso defender el uso de esa palabra que tanto se odia. Una vez vi un video en Instagram de una coach de escritores que le echaba tierra a esa palabra y decía algo como “no es literaria y bla bla bla bla”. A mí ese cuentico de la alta literatura me sabe a cacho y creo que todas las palabras se pueden utilizar, solo que se debe saber cómo hacerlo, y ahí está el verdadero dilema del asunto, en fin.
Hay otras notas que son un completo enigma. Por ejemplo, ¿quién me puede decir para qué anoté “Organocatálisis asimétrica” y no escribí nada en la nota?
De todas la que más me llama la atención es una que dice lo siguiente: “6,8,9,4,3,2 son los números con los que sueño”. Me viene a la mente una imagen en la que justo después de despertarme hago esa anotación, pero puede ser que solo me esté sugestionando con ella. ¿Qué hago con esos números? ¿Jugar a la lotería? ¿Marcar un número de teléfono?, ¿Qué?. A manera de superstición la voy a dejar ahí. De pronto fue, como les comenté ayer, un mensaje de mi subconsciente. Agradecería que, para ocasiones futuras, no me envíe mensajes cifrados.
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