miércoles, 18 de junio de 2014

Cordialidad

Creo que muy porcas personas son completamente sinceras.  Tal vez si fueramos más directos y no andáramos con tantos rodeos sobre lo que pensamos acerca de una persona o un tema en particular, el mundo funcionaria mejor.

Está claro que en un principio nos costaría aceptar que  nos digan cosas que podríamos calificar como ofensivas, mientras que el otro las califica de sinceras.  Todo porque nos han metido en la cabeza que el ser cordiales debe mandar la parada, que así es como, en la mayoría de los casos, debemos actuar.

Entonces uno en muchas relaciones de su vida termina siendo un completo hipócrita en vez de ser geniunamente cordial.  Por ejemplo cuando entrevistan a un jugador del equipo de fútbol que ganó un partido, y le preguntan sobre el otro equipo, siempre dice cosas buenas sobre el mismo: que fue un rival muy duro, que su equipo sabía muy bien que el partido no iba a estar fácil, bla bla bla; cuando podrían ceñirse a la verdad y simplemente decir que el otro equipo no es tan bueno como ellos, o simplemente que apestan jugando.

Lo mismo ocurre en esos conatos de relaciones sentimentales, donde una persona  le declara el gusto o amor a otra y está la responde con las típicas estupideces de "Solo te veo como un amigo(a)" "No quiero tener nada con nadie por el momento", etc. en vez de decirle al susodicho(a) "mire, usted no me gusta ni un poquito, y no tiene el mínimo chance de involucrarse conmigo sentimentalmente"

Todo porque se supone que la cordialidad debe imperar en nuestras vidas; pero en el momento en que esta atropella a la sinceridad,  no sirve de nada porque estamos siendo falsos.  

Nada mejor que las personas tengan los pantalones suficientes para decir las cosas de frente.  Muy sefuramente al principio dolerá, pero creo que a la larga uno se terminaría acostumbrando.  Preferible  no ser cordiales a ser una tracamanada de asolapados.

martes, 17 de junio de 2014

Aeropuerto

A mí me gusta mucho ir al aeropuerto. La razón tonta es que uno ve mucha vieja buena; la que realmente me atrae hacia este sitio, es que es un lugar con una energía contradictoria que a la larga resulta agradable.

Me agrada, no sabría decir particularmente el por qué, ver como mucha gente llega y se va. Las personas en ese lugar parecen tenerla completamente clara y caminan con una resolución avallasadora; tal vez eso es una de las razones por las que me gusta tanto el aeropuerto;  siempre está en movimiento

 "Si algo le gustaba a Julio de los aeropuertos era precisamente que 
nadie perteneciera a sus instalaciones, sino al lugar 
del que venían o al que se dirigían."
Juan José Millás
-Laura y Julio -
 
Opino que la energía es contradictoria, porque a pesar de las emociones de tristeza y felicidad que uno percibe en el lugar, de alguna forma uno se recarga de estas.  Es como si  quedaran suspendidas en el aire, y uno, que hace parte de ese movimiento general,  las roza, adquiriendo por breves segundos el sentir de un sincero abrazo, de un beso en la mejilla o uno más pasional en la boca, de un movimiento de manos que saludan a lo lejos, etc.

Ayer mientras esperaba la llegada de mis padres, me fije en como las personas se desmoronaban, en un buen sentido, emocionalmente, cuando ese ser querido atravesaba finalmente la salida arrastrando una pesada maleta y con alguna otra sobre los hombros.  

Ver las caras de emoción de las personas, como les brillan los ojos intentando expresar todo lo que sienten, sus risas, llanto de alegría, etc. es algo que me deleita. Creo que esos breves momentos, que a veces parecen y son atesorados por una eternidad, evidencian lo realmente humanos que podemos llegar a ser.

Ayer ví a dos mujeres monas que eran de Rusia, aseguro un primo mío.  la más alta tenía una cara muy bonita, con ese tipo de nariz respingada que tanto me gusta.

También vi como una  familia compuesta por una mujer de unos 20 años y sus papas, recibió a su hermana e hija respectivamente en medio de un llanto y una emoción indescriptible.  La madre y la hermana se abalanzaron estrepitosamente sobre la recien llegada, colmándola de besos y abrazos.  En medio del furor del esperado encuentro, la hermana que la estaba recibiendo terminó el abrazo y se retiró para buscar al papa, el cual vestido de sudadera, venía caminando tranquilamente con un paquete de galletas en la mano.  Mientras se echaba una a la boca, su hija lo recriminó y le dijo algo como "Pero que poco amoroso eres papá". El padre, que debió haber sentido algo de pena, se llevo instintivamente la mano a la boca para dispersar las migajas del bigote y se unió rápidamente al recibimiento de su hija.

Y así vi muchas otras  familias que dejaron que sus sentimientos hicieran erupción. Otros viajeros, en su mayoría backpackers,  pasaban de largo  dando a entender que no están para dar tales muestras de afecto y que tal vez lo único que desean es recostarse sobre una cama o irse de juerga.  

Al final salieron las azafatas y los pilotos con caras de cansancio.  En ese momento pensé si a ellos, en medio de su rutina, no les gustaría también  recibir un abrazo sincero de quien sea en alguno de los aeropuertos a los que frecuentemente viajan.  De pronto esas tripulaciones son marineros aereos y tienen sus respectivos amores en diferentes "puertos", pero quizás por algún código de conducta no permiten que estos vayan a recibirlos.

El aeropuerto, en definitiva, uno de mis lugares favoritos en cualquier ciudad.

lunes, 16 de junio de 2014

Casualidad

 ¿A quién no le gusta el amor?  ¿Quién puede afirmar que tiene una coraza sentimental  tan fuerte que no permite que "ese veneno extraño" lo ataque, como suele hacerlo, sin avisar y de forma despiadada?

"Nadie quiere reinos, pero amor…Ahí todos caen,
más pronto o más tarde. Hasta los ángeles." 
David Safier - Jesús me quiere -
 
Considero que existe el amor casual, que no tiene para nada ese tinte pasional, fugaz y efímero de un encuentro casual con aquel desconocido  con el que uno se topa en un bar,  viaje o en cualquier otro lugar, y  que permite desatar ese instinto animal de procreación que todos llevamos por dentro. El amor casual  al que hago referencia es ese que algunos humanos, creo yo, en verdad alcanzan, y el cual se da por infinidad de circustancias, variables, lugares, personas, etc; las cuales llevan a alguien a conocer a su, perdone el cliché, media naranja.

Entonces uno de repente se estrella con esa persona que se ajusta perfectamente a  cada uno de los recovecos físicos y mentales, aquella que encaja y se acopla con esa maraña de miedos y contradicciones que suele ser uno, como lo haría una pieza de lego con otra. 

La casualidad entonces resulta ser más grande que el amor o la muerte, dos temas que le rayan constantemente la cabeza a la humanidad, pues es capaz de gobernar a ambos.  Esta nos puede encaminar hacía ese amor casual, o también hacer que crucemos una calle justo cuando un conductor borracho va por la misma, o  también, por ejemplo, nos podría situar como protagonistas  de un atentado terrorista, en cualquier lugar del planeta.

No sabía que iba a escribir hoy; me imagino que por alguna casualidad  mi cerebro se enfoco hacia este tema, como bien podría haberlo hecho sobre cualquier otro.

Sé que no tiene ningún sentido ponerse a pensar en la casualidad y sus complicadas formas de moldear el mundo y la vida de las personas, pues evidentemente es algo que no tiene respuesta.  

Creo que la mejor forma de hacerle frente a la casualidad, es evitar vivir a punta de casualidades, es decir, no dejar que la vida y sus constantes trancazos nos lleven, dando tumbos, a donde se les de la gana.  En últimas, encarrilar nuestras casualidades, en la medida de lo posible y hasta donde estas lo permitan,  hacia lo que cada uno le apuesta.

viernes, 13 de junio de 2014

Coaching

Todos los días cada uno de nosotros le va sumando más caos al mundo.  Imagino  que todas las sensaciones de angustia, causadas por  las preocupaciones que llevamos, que van desde no haber comprado la leche para el desayuno hasta tener una enfermedad terminal,  se van juntando concienzudamente en algun lugar etéreo, el cual en algún momento rozamos, y ahí es cuando se nos viene el mundo encima.

Yo no sé si las últimas generaciones de seres humanos son completamente diferentes  a las de nuestros padres o abuelos, con unos intereses más humanos, o simplemente resultamos ser unas completas nenitas, que no estamos contentos con nada, y nos sentimos con todo el derecho de renegar en contra del universo, ser supremo, fuerza mística o en lo que sea que cada uno cree (si es que se cree en algo superior que de alguna u otra forma gobierna el curso denuestras vidas); porque si hay algo cierto es que siempre creemos que la vida nos debe algo.

Antes  el libreto se seguía a la perfección y la casa,carro, beca, matrimonio hijos, etc. eran suficientes; hoy en día esta claro que no es así. Ya nos dimos cuenta que a pesar de acumular cualquier cantidad y tipo de riquezas podemos ser completamente miserables.  Entonces las nuevas generaciones poco a poco se han ido desprendiendo de esos patrones de conducta arcaícos y se le apuesta a la felicidad, que suele ir acompañada de una independencia laboral.

No crítico para nada esta nueva actitud, es más, estoy completamente a favor de la misma; pero es aquí cuando aparece el coaching. Una disciplina la cual creo que poco a poco se está prostituyendo, y también que tiene una demanda en forma exponencial porque nadie está feliz con nada, somos una parranda de inconformes. 

El punto es que hora muchos desean ser coachs, porque no hay una carrera para obtener dicho título.  Desde un panadero hasta una persona con una extensa carrera profesional y diferentes estidios de pregado y posgrado, se puede formar como coach, independiente de cual sea su profesión; existen hasta cursos gratis online de esta disciplina.

El coaching se está prostituyendo porque son muy pocos los que de verdad tiene un interés genuino  de querer formarse como coachs, entonces el Coaching se convierte en una piscina de salvación, donde muchos de los que dicen ser salvavidas de la misma, están más  perdidos que esos que se supone necesitan ayuda de un coach.  Viéndolo así, el coaching se ha convertido en una especie de religión, donde aterrizan aquellos que han perdido su rumbo en este mundo; esto último, algo extremadamente fácil.

Por ejemplo, sé de una persona que trabajó toda su vida como ingeniero y ahora, ad portas de completar medio siglo de existencia decidió volverse coach, lo cual no está mal si puede, tiene los medios para hacerlo y eso lo hace feliz.  Lo que no deja de parecerme contradictorio es que uno suele creer que esas personas siempre la han tenido clara en la vida, y que no se convirtieron  a esa "religión" para encontrar nuevamente su camino.

Por otro lado, está semana almorcé con una amiga que después de graduarse solo trabajo poco más de un año, y renunció porque le supo a cacho la vida laboral  ¿Es eso una búsqueda real de felicidad o una pataleta de niña consentida?.  Mañana viaja a Brasil para formarse como coach durante 8 meses y me dijo, completamente convencida, que eso es lo que quiere hacer por el resto de su vida.  A mí me parece, y se le mencioné, que un coach también debe untarse por más  tiempo de ese mundo, bien sea podrido o no, laboral, pues así tendrá más bases y podrá aconsejar y ayudar mejor a sus clientes.  Ella me respondió que no estaba de acuerdo con mi apreciación y que no valía la pena continuar siendo desdichada, trabajando en algo que no quería.  A esto último le respondí que yo preferiría mil veces un coach con una trayectoría laboral amplia que uno que solo trabajo en una empresa después de haberse graduado.

Algo que no le pregunté, me dio pena, fue si "Papi" le iba a pagar ese programa de coaching o si en ese año de trabajo había alcanzado a ahorrar para costearselo ella misma.  La verdad me parece una canallada estudiar a costa de los papás luego de haber conseguido un título profesional; a menos que uno sea hijo de alguien como Richard Hilton, caso en el cual uno podría decicarse simplemente a tener plata y hacer lo que le venga en gana.

Algo que me aterra pensar es que ahora necesitemos guías para todo, y no solo hablo de los coachs ejecutivos, sino personas que dicen ser maestros iluminados, otros que dicen comunicarse con angeles, sectas religiosas de "mil colores y sabores", etc.  ¿por qué nos cuesta tanto encontrar paz mental por nuestra propia cuenta?  ¿será qué  esa búsqueda de la felicidad y de desarrollar nuestras pasiones también contribuye, en cierta medida, a rayarnos la cabeza?

jueves, 12 de junio de 2014

Pertenencia

La pertenencia, entendiéndose por esta que algo es propiedad de alguien; no me gusta cuando se torna obsesiva. Siento que al decir que algo es de uno, en ocasiones, automáticamente se alza una barrera frente al otro, dándole a entender "mire lo que YO tengo y usted no".

Uno de lo más clásicos sentidos de pertenencia es cuando en las relaciones sentimentales tratamos al otro de MI: Novio(a) Esposo(a), etc.  Ese "MI", más que una palabra de afecto suena a posesión, a trofeo, y anula a la otra persona como ser humano, pues la pareja adquiere, creo yo, el mismo estátus de un objeto: Mi reloj, Mi carro, Mi casa, etc.

Esta pertenencia en las relaciones es tratada en la canción "Drain You", mi canción preferida del Nevermind:

"I don't care what you think
Unless it is about me
It is now my duty to completely drain you

Tal vez esto ocurre porque queremos mostrar a nuestra pareja como un trofeo, restregar ante los ojos de los demás eso que adquirimos y que nos proporciona amor, cariño, sexo, compañia, etc. Y queremos Drenarle todas esas cosas hasta que nos cansemos y cambiémos de posesión (pareja).

Otra frase que tenemos metida en la cabeza es "Mi empresa"; cuando solo la deberían utilizar aquellos que realmente hayan creado una.  De resto somos meros empleados y trabajamos por los intereses de otro, donde lo único nuestro, dado el caso, son las cosas con las que adornamos nuestro puesto de trabajo.

Creo que a la larga no se trata de adquirir más y más cosas, sino con la ayuda de otros, tratar de comprender mejor lo que la vida nos tiene por ofrecer.

miércoles, 11 de junio de 2014

Dinero Imaginario

Hoy me llamaron del banco  para ofrecerme, segun ellos debido a mi incondicional manejo (el cual solo debe consistir en pagarla a tiempo para no ser reportado en datacrédito), una nueva tarjeta de crédito con más  cupo.

Deje que la señora, con su voz de recreacionista emocionada, terminara toda su retahíla sobre las maravillosas ventajas de tener una nueva tarjeta con más cupo, para decirle que no estaba ni un poquito interesado, ni en la tarjeta, ni en tener más cupo.

Inmediatamente contraatacó, exigiendo que le dijera cuales eran las razones de mi negativa. Simplemente le dije que casi no la utilizo y que me parece absurdo y hasta peligroso tener un cupo de millones.  Ella muy amable me dijo que bueno, pero que si por algún motivo cambiaba de opinión la podía ir a recojer a la sede de Teusaquillo, pues ya la tenían lista y todo ¿por que coños hacen todo eso sin preguntarle nada al cliente? Malditas instituciones financieras; deberían ser claras en sus misiones e incluir un aparte que diga "procuraremos, en la medida de lo posible, joder al cliente".

Las tarjetas de crédito, para mí, solo son una ilusión falsa de poder adquisitivo, mero dinero imaginario.  Todavía no entiendo por qué aun existen personas que alardean, si ya casi  salen gratis en las cajas de cereales, porque tienen más de una,  y se consideran más importantes que otros en proporción al cupo de la(s) misma(s). Maldito arribismo.

De pronto la economía y el mundo en general funcionaria mucho mejor, si el único dinero disponible fuera el efectivo, así tal vez no habrían tantos desórdenes financieros y menos gente endeudada hasta el cogote, y por ende llevando una vida miserable.

Así que si algún banco quiere ofrecerme una nueva tarjeta la cual solo hace falta que yo la recoga, ya saben donde se la pueden ir metiendo.

martes, 10 de junio de 2014

Pequeñeces y agüeros

Está claro que cuando crecemos dejamos de ser niños; pero algo que falsamente intenta vender la adultez es que toca ser serio y comportarse  de acuerdo una profesión o un cargo, por simple código social, porque está mal visto divertirse como un niño pequeño.   Deberíamos más bien hacerle caso a lo que dice la canción Never Die de Creed :


"So let the children play inside your heart always and 
death you will defy 'cause your youth will never die"

Yo trato en lo posible de alegrarme con pequeñeces, y tengo otra serie de agüeros que considero de buena suerte:

Hoy por ejemplo me puse muy contento porque me compre un esfero negro de gel que escribe muy chévere y hacía rato que estaba buscando uno, cabe anotar también que una de mis especialidades es botar esferos.

Me considero muy afortunado cuando voy a un restaurante por primera vez y el plato que pido resulta completamente exquisito.  Esto logra reforzarse cuando a alguna de las personas con las que estoy no le gusta lo que pidio.  Yo sé que es  alegrarse un poco de la desgracia ajena; no suelo hacer eso, pero en ese espacio y ambiente es algo que considero viable.

Creo que es un buen agüero cuando llego a algún lugar o me bajo de un bus y la canción que voy escuchando termina exactamente en dicho momento.

Cuando pido una galleta o algún producto en una panadería y justo solo queda una, como si el destino la hubiera guardado solo para mi.

Cuando el Dios del Shuffle me concedé una canción que considero buena, me alegra el día y que hacía mucho rato no escuchaba, como me  ocurrió hoy con Getting Tighter.

Cuando descubro un nuevo lugar donde vendan un buen capuccino. 

Cuando leo una novela que escogí basándome únicamente en la portada y leyendo la contraportada, como "El hombre que Murió la Víspera".

De estas pequeñeces y agüeros son de los que me acuerdo por el momento  ¿usted cuales tiene?.