martes, 23 de noviembre de 2021

De musas y otras cosas

Hay personas que afirman que para escribir es necesario contar con la presencia de la musa de la escritura, esa fuente inagotable de creatividad que, si está de nuestro lado, es posible que nos dicte cualquier texto al oído.

Un amigo al que le gusta escribir decía que él sin esa musa, que se traduce en las ganas de escribir y saber sobre qué hacerlo, no podía redactar ni media línea.

Supongo que quién se haya inventado el cuento de la musa lo hizo únicamente para darle un aire romántico a la actividad de escribir, porque con musa o sin ella, lo que cuenta es sentarse a hacerlo, así se tengan todas las ganas del universo o nada de ellas.

Una vez, en los inicios de su carrera como escritor y mientras se tomaban unas cervezas, Kurt Vonnegut le pregunto a Salman Rushdie “¿Vas en serio con esto de escribir?”. “Sí”, le contesto Rushdie y Vonnegut, con su veteranía, le dijo: “Entonces debes saber que llegará un día en que no tendrás un libro que escribir y, aun así, tendrás que escribir un libro”.

Supongo que los novelistas tienen claro eso, y que, a veces, con algo de suerte, la musa se les aparece, pero que por lo general se sientan a escribir in darle tantos rodeos al tema y ya está,  sin hacerlo ver como una actividad mística o especial.

También, supongo, debe existir una musa de la lectura que hace presencia en aquellos momentos en que uno siente un profundo deseo de leer algo.

Con el acto de leer, pienso, pasa, lo mismo que con el de escribir, si la musa no aparece, lo que se debe hacer es coger el libro y comenzar a leerlo sin pensarlo tanto; lo más probable, por lo menos en mi caso, es que en medio de la lectura la musa aparezca.