martes, 5 de agosto de 2014

Sin Palabras

Escribo esto, porque niego a quedarme sin palabras, es decir, sin contar algo; independiente de que este escrito vaya a cambiar el mundo o que lo vayan a leer millones de personas.  En resumida cuenta, me da rabia cuando pienso: "no se que escribir" que tiene mucho de "estoy sin palabras".

Precisamente esta fue una de las razones por las que abrí este blog, para evitar esa desgraciada actitud de "No estoy en el mood de escritura".

Esta entrada tenía otro título, pero decidí abrir un documento de word y escribirla ahí.  Simplemente me dieron ganas de hacerlo así y ya; como aquella ocasión en los inicios de este blog, donde comencé a escribir algo para una amiga y decidí continuar tambien en word, pues el escrito estaba tomando un caracter personal, y me aburre pulicar mi vida en internet.

Después de estos parrafos continúo sin decidir que escribir.  Decido  contarle entonces, estimado lector, que tengo en mente escribir un cuento sobre un tipo que viaja a otro país y cuando llega al mismo se emputa, pues piensa que el país esta repleto de otros viajeros que hablan un único idioma, siendo estos las personas que realmente viven en dicho país. 

 Aquel hombre tenía ganas de practicar su Francés pues lo habia venido estudiando durante un par de años, pero se equivoca y viaja a Rusia.  El hombre se frusta completamente; siente haber perdido su dinero y tiempo con el Francés, y se clava en picado en una tristeza desproporcional al pensar que nunca en lo que le queda de vida, va poder conquistar a esa Francesita  menuda, de pelo mono y nariz respingada, que tanto había idealizado; con la que se casaría y viviría en un pequeño apartamento en Montmartre. Vivirían del amor, pues si hay un sitio donde realmente se debe poder hacer eso, es ese.

 ¿Qué cómo este tipo terminó en Rusia y no en Francia? no tengo ni la más mínima idea.  Evidentemente toca ser muy bruto para cometer semejante error; pero hay veces que la vida nos lleva a  lugares que nunca hemos pensado pisar, y eso fue exactamente lo que le paso a ese buen hombre. Cuando uno llega a ese destino no planeado, simplemente se queda sin palabras. Apuesto a que más de uno le ha pasado.