lunes, 25 de marzo de 2024

El corazón del tártaro

Camino por entre los toldos de un mercado callejero. Lo hago de forma distraída hasta que veo uno de libros de segunda y freno en seco. Parece que tiene miles de ejemplares apeñuscados. ¿Cómo desperdiciar una oportunidad de hojear libros? Recuerdo que una vez en ese mercado, me llevé una novela que contaba una historia de amor, que ya ni recuerdo como se llama. Saludo a la mujer rolliza que atiende el puesto de libros. Tiene los pómulos colorados como si acabara de hacer un gran esfuerzo.

Comienzo a mirar los libros con un método que un escritor nos contó en un curso y que, según él, algunos editores aplican: lo levanto, lo peso en la mano, leo el párrafo inicial y si conecta conmigo lo abro hacía la mitad y leo otro párrafo cualquiera. Si también hago feeling con ese, abro el libro hacia el final y leo un último párrafo. Ese va a definir si lo llevo o no. Lo de levantarlo y sostenerlo en la mano, no creo que lo hagan los editores. Digamos que esos son pasos que yo le añadí al ritual.

Estoy en esas con un libro cuando veo uno al fondo del stand que tiene una portada con mucho color rojo. Lo primero que leo es el apellido de su autora: Montero. luego el nombre: Rosa y por último el título: El corazón del tártaro.

Dejo el libro que estoy mirando y le dijo a la mujer que me alcance ese. Está en muy buen estado, como si nadie lo hubiera leído nunca. Le pregunto cuanto cuesta y la mujer dice que el precio lo tiene escrito en las primeras hojas. Le digo que no y entonces le manda un audio de WhatsApp al dueño de los libros.  Vale 45 me dice al instante, y casi como un acto reflejo llevo mi mano hacia la billetera. Pero en ese momento, ese otro  que vive dentro de mí y con el que a veces entablo conversación me dice: “usted ya leyó esa novela”. No recuerdo haberlo hecho. Si lo hice, la trama, como la de muchas otras novelas, se me esfumó por completo de mi cabeza. Entro a Goodreads y el otro tenía razón. La aplicación me dice que lo leí en el 2021.

Se lo devuelvo a la señora del stand y le cuento que no me acordaba que ya lo había leído. Por un momento pensé que había dado con una ganga. Cuando voy a dejar el lugar, la mujer me dice: “¿Ya miró los de la parte de atrás? De pronto hay alguno que le interesa”. Tiene razón de pronto en esos libros que no he mirado está ese libro que de forma inconsciente he buscado toda mi vida, ese libro que fue escrito únicamente para mí.

Me dirijo hacia ese lugar, pero ninguno de los que examino me llama la atención. 

 "A Zarza le gustaba que su mundo fuera así, impreciso, elemental, 
carente de memoria, porque hay recuerdos que hieren como la bala 
de un suicida."
- El corazón del tártaro -