viernes, 3 de febrero de 2017

Los caprichos de la vida

Malcom Myatt llevaba una vida saludable.  De un día para otro sufrió un derrame cerebral que comprometió su lóbulo frontal.  Después de 19 semanas en el hospital y para sorpresa de sus doctores, no murió.  Perdió sensibilidad en el lado izquierdo de su cuerpo y ahora debe utilizar bastón, un precio barato para la cuenta que le paso la vida.

Cómo ningún evento que nos ocurre es en su totalidad bueno o malo, Myatt ganó algo con lo que le pasó.  Adicional a su reducción de motricidad ahora es incapaz de sentir tristeza, pues la región del cerebro que se le afectó, es la encargada del control de las emociones y permite identificar si una persona está triste o asustada, de acuerdo a su tono de voz y/o expresión facial.

El curso de nuestras vidas es totalmente caprichoso, pues hace con nosotros lo que le de la gana.  Por más que intentemos vivir a lo seguro, solo se necesita una fracción de segundo, en el que convergen millones de variables y sucesos  que están fuera de nuestro alcance, para que nuestra vida cambie por completo.

Suponemos que tenemos claro que es lo que hacemos a diario y nos aterra improvisar. Aplicamos pasos para ir a lo seguro: "Hago A, sigo con B, luego C, D, E, así hasta donde sea necesario, pero llega la vida y nos susurra: "Hoy no mi querido amigo, hoy primero va a ser E, luego saltamos a la A, para luego seguir con D.

En medio de nuestra rutinaa la vida se empeña en ser caprichosa y nos asombra de cualquier manera, arrasa con nuestro sentido de "orden"que con tanto esfuerzo intentamos construir, pero siempre nos deja algo, quizás una de las llaves a la felicidad es descubrir qué.

De ahora en adelante voy a parafrasear el vallenato de Los Diablitos, cada vez que la vida me tienda la mano o me de una cachetada:


“Los caprichos de la vida
No son como yo pensaba
Como los imaginaba
No son como yo creía”