jueves, 3 de agosto de 2023

Despertar

Siempre he pensado que el acto de despertar es extraño. Que la transición del sueño a la vigilia es violenta. Aterra un poco pensar de qué forma habrá cambiado el mundo, y con él nuestras vidas, durante el tiempo que permanecimos dormidos, ¿acaso no?

Creo que la icónica frase de Joan Didion se pude parafrasear de la siguiente manera:

La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te despiertas, y la vida que conoces se acaba.

La alarma del celular suena. Estiro un brazo para pulsar uno de sus botones para que se calle y lo meto debajo de las cobijas. Dejo una mano sobre él, porque a los cinco minutos va a volver a sonar y odio la melodía de la alarma. Que maldito invento ese de las alarmas, y que lástima que debo acudir a ellas, pues no hago parte de esos iluminados que se despiertan todos los días a la misma hora.

No quiero abrir los ojos. Doy media vuelta y pienso: pues si me quedo dormido, me quedo dormino, ¡Qué carajos!, pero el sueño ya se esfumó.

La única opción que me queda es eso que llamamos Hacer pereza, que pensamos sirve para descansar más, pero solo hace más tortuoso el tránsito hacia la vigilia.

Suena la alarma de nuevo y la calló. Lo considero como una pequeña victoria contra todas las alarmas del mundo. Por fin decido abrir los ojos y saco el celular de debajo de las cobijas.

Tengo varios mensajes de chats , y me acuerdo del partido que jugaron las colombianas, ¿Cuánto habrá quedado? Busco el resultado y veo que Marruecos ganó por un gol. Seguro las colombianas jugaron más relajadas y no le metieron tanto la ficha.

La vida, al parecer, no había cambiado mucho, pero me faltaba revisar los mensajes. Ahí está el baldado de agua fría.

Reviso unos chats que no dicen nada, esos grupos que dan ganas de responder “Dejen dormir”, hasta que llego al que me sacude.

Me enteró de que F. murió a las 4 de la mañana a causa de una trombosis.

La ´última vez que la vi, 4 meses atrás, fui a su apartamento y me dio tinto con una torta de ahuyama que parecía de zanahoria. Ella misma había hecho y le había quedado riquísima. F. cocinaba como los dioses.

Caigo en un espiral de preguntas: ¿Por qué?, ¿De qué trata este circo? ¿qué sentido tiene?, pero es inútil hacérselas. Ante esas inquietudes, lo mejor es responderse, como leí hace poco: “porqueriza, portaviones, portafolio, pordiosero, porque sí.”

Bien lo dijo Rosa Montero en la Ridícula idea de no volver a verte: “Sólo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo; la Tierra detiene su rotación y las trivialidades en las que malgastamos las horas caen sobre el suelo como polvo de purpurina”.