lunes, 21 de febrero de 2022

Sueños y escritura

Hace un par de años me propuse escribir una novela. “¿Qué voy a contar?”, fue lo primero que me pregunté”. Llegué a la conclusión de que no tenía ni idea.

Entonces me dije a mí mismo: “Mí mismo, alguien que estuvo en el mismo punto en el que usted se encuentra ahora, seguro escribió algo, una especie de guía, digamos, para escribir una novela.

Por ese tiempo, en el lanzamiento de un libro, conocí un escritor que hacía poco había terminado su primera novela. Le pregunté que como se había embarcado en el proyecto, y me dijo que había leído el libro de fulanita de tal, una guía detallada para escribir una novela.

Descargué el libro en mi Kindle y me puse a leerlo juicioso, subrayando las frases que me llamaban la atención, mientras me hacía a la idea del método que proponía la escritora.

Lo que alcancé a leer del libro me pareció bueno, y cumplía con su promesa: brindar una hoja de ruta para escribir una novela.

Recuerdo que hacía mucho énfasis en establecer una premisa, y que también hablaba del conflicto, pero en un punto me aburrí de la lectura.

A pesar de que no he escrito una novela, siento que la escritura no se puede convertir en un a b c detallado. Tiene que ser, pienso, algo más íntimo, instintivo.

Rosa Montero, unas de mis escritoras favoritas, dice que las novelas son sueños que se tienen con los ojos abiertos, y sobre las que no se tiene control alguno. En su libro la Loca de la Casa, cuenta:

“Escribir ficción es sacar a la luz un fragmento muy profundo de tu inconsciente. Las novelas son los sueños de la Humanidad, sueños diurnos que el novelista percibe con los ojos abiertos.”

Hace poco caí en Paula, la novela-diario-memoir de Isabel Allende. La escritora Chilena también tiene un punto de vista similar al de Montero. Cuenta que cree posible que las historias existan en las sombras de una misteriosa dimensión, y que solo tiene que sintonizarse con ese plano para que entren en ella, se acomoden a su antojo y salgan convertidas en palabras.

Asegura que no sabe cómo escribe sus libros, pues dice que estos no nacen en la mente, sino que son criaturas caprichosas siempre dispuestas a traicionarla, y que nunca decide el tema, sino que el tema la escoge a ella, y que su labor como escritora solo consiste en dedicarle suficiente tiempo, soledad y disciplina a cada obra, para que se escriba sola.

Una vez un crítico literario le preguntó por la estructura cíclica de la Casa de los Espíritus. Allende confiesa que no tenía idea alguna de qué le hablaba, y que lo único que podía asociar a algo cíclico era la luna y su periodo menstrual.

El único método que sigue la escritora es siempre escribir la primera línea de sus novelas el 8 de enero, pues cree que ese día le trajo suerte con la primera que escribió. Cuenta que en esa fecha intenta estar sola y en silencio por largas horas, pues necesita mucho tiempo para sacarse el ruido de la calle, limpiar su memoria y el desorden de la vida.

Anaïs Nin también habla del inconsciente en sus diarios. Dice, por ejemplo, que nuestras vidas están compuestas, en gran parte, de sueños y el inconsciente y que debemos encontrar la forma de conectarlos con la acción.

Una vez, en una conferencia, Salvador Dalí llegó vestido con un traje de buzo. Nin dice que al principio se burló como todo el mundo, pero que luego entendió el significado de la conducta del pintor. Dedujo que cada artista estudia como encontrar su camino hacia el yo más secreto, más profundo e inconsciente, que es donde se encuentra la fuente real de la creación.

Cuando pienso en este tema, sueño con tener uno de esos momentos de, digamos, iluminación,  donde el tema de una novela se me presenta de forma clara.

A la larga, como también dice Allende, no se trata de otra cosa que escribir sin miedo, independiente del resultado que se obtenga, es decir, preocuparse por escribir un libro malo, algo que puede hacer cualquiera, y dejar de lado la vanidad de escribir una gran novela.

Solo he escuchado a escritoras hablar así acerca de la escritura, ¿Será un tema de sensibilidad femenina? 

De ser así, me tranquiliza un poco lo que anotó Virginia Woolf en Una habitación Propia sobre ese carácter andrógino que todos llevamos encima: “Una mente puramente masculina no puede crear, como tampoco una mente puramente femenina.”