lunes, 12 de noviembre de 2018

El guion de diálogo de Chéjov

La opción para escribir diálogos entre personajes, como para muchas otras cosas en nuestras vidas, se termina convirtiendo en la elección entre una dicotomía: las comillas o los guiones largos, escuetamente conocidos como rayas. 

Al escritor que dictó un diplomado de escritura creativa que tomé hace mucho tiempo le gusta utilizar guiones, mientras que en un curso de crónica, el periodista que lo dio prefiere las comillas.

Lo que me gusta de estas dos opciones es que, a mi parecer, ninguna es mejor que la otra, y quien escribe selecciona la que quiera por mero gusto, porque se le dio la gana y ya, porque sí, por una afinidad especial y difícil de precisar, hacia cada signo tipográfico; aunque no sé si existe una regla para utilizar el uno o el otro.

Personalmente prefiero las comillas, solo porque no se bien cuál es la forma correcta de utilizar el guion, aunque me gusta más el uso de ese signo, cuando se utiliza para que el narrador de una acotación en medio de un parlamento entre dos personajes. Creo que, bien utilizado, ese artilugio narrativo hace maravillas y le aporta muchísimo a una narración.

¿Por qué lo de Chéjov? Simplemente porque cuando quiero utilizar el guion largo, que, recordemos, no es el guion normal, es decir, el signo menos(-), que de largo no tiene nada; suelo abrir un documento de notas de un libro de cuentos de Chéjov, en el que sé que está ese guion de diálogo. Seguramente aparece en varios de los documentos que tengo guardados, pero por alguna razón se me quedó grabado que está en ese.

Me tomo siempre el trabajo de abrir ese documento, porque no sé cuál es el comando para generarlo con el teclado. Recuerdo que el escritor del diplomado, ese al que le gusta utilizar guiones para abrir diálogos, nos enseño como hacerlo, pero lo olvide debido, supongo, a mi gusto por las comillas.