martes, 7 de agosto de 2018

Nada

Parece que hoy no tengo nada por decir, me refiero a escribir, pues si les dijera algo, digamos, al oído, no me escucharían, pues no los tengo a mi lado, en fin, usted, estimado lector, me entiende, eso espero. 

A lo que realmente me refiero es que, como en muchas otras ocasiones no tengo ni idea sobre que escribir, y cuando eso siempre me ocurre, cuento que no tengo nada por escribir. A la larga uno como que siempre se repite, se encuentra y se desencuentra. 

Hablando de nada, sería chévere, en realidad, no tener nada por decir; como aquellas personas que dicen que para meditar es necesario dejar la mente en blanco; algo falso, pues el mero hecho de intentar pensar en nada significa estar pensando en que no se quiere pensar en nada, ¿no? Sería algo similar a esos que dicen que son ateos porque no creen en dios y otros se les burlan en la cara, porque les dicen que si lo niegan es porque suponen que sí existe, algo así va ese enredo, ¿cierto? 

En medio de todo, o bien, de nada, no fui de todo sincero al comienzo de esta entrada, porque hace un momento, tendido en la cama, pensé en eso de la nada, es decir de tener la mente en nada o con nada, pero intenté no desarrollar la idea, cosa, con el perdón de la palabra cosa, tan ultrajada en nuestro lenguaje, que pretendo lograr con estas palabras. 

Pues nada, les venía hablando de la nada, o de tener la mente en blanco como para meterle sinónimos al tema, me refiero al blanco y la nada que bien lo podrían ser, pero entonces la palabra transparente podría armar camorra, como me encanta esa palabra, pues también solicitaría hacer acto de presencia. Y es que si usted se fija, estimado lector, a veces no es cuestión de que nos sobren o nos falten las palabras, sino que no las encontramos, es como si se tranparentaran. 

El punto, que muchas veces se nos escabulle, como las palabras, de ahí que las personas no nos entiendan y saltemos de un mal entendido al otro, en fin, el punto que en varias situaciones debería multiplicarse por tres para convertirse en los puntos suspensivos que, si nos fijamos bien, tienen algo de nada, pues lo dejan todo como en el aire. 

El aire. E Ahí otra cosa que no es nada, porque nada es eso que transparente habíamos sugerido y que no podemos agarrar, pero que elemento raro es ese pues sin él no podríamos vivir. 

La vida, estimado lector, ¡ja! la vida, la vida, creo que con esto concluyo estas palabras, porque me faltarían hojas para desarrollar esa idea, pero todos sabemos que esto no es una hoja per se, sino el remedo de una, entonces digamos que me faltarían caracteres, bytes, memoria y procesador para procesarla debidamente, aunque todos sabemos que no hay maquina en el mundo que logre compilar un programa tan enredado como vida.exe, por eso es que nos la pasamos con caras de consternación tipo error 404 Not Found, porque duramos toda una vida tratando de encontrarnos.