sábado, 26 de enero de 2019

La cama

Cuando era pequeño dormía con muchas cobijas, ninguna muy gruesa, quizá esa era la razón principal para que fueran varias; En ese entonces tender la cama me parecía súper aburridor. No es que fuera una tarea del otro mundo, pero supongo que, me tocaba esforzarme para que quedaran bien estiradas. Siempre esperé aquel día en que no me iba a mover mi cuerpo por la noche y así la cama no iba a amanecer tan destendida, nunca ocurrió. 

Mi padre, que estudió parte de su infancia en un internado, me cuenta que como eran tan estrictos les daban muy poco tiempo para que se alistaran por las mañanas antes de pasar a desayunar, así que él desarrollo una técnica: todos los días dejaba bien templadas las cobijas y al momento de acostarse se metía dentro de la cama con sumo cuidado. Cuando se despertaba, gracias al tendido de la cama y a que, no sé cómo, también desarrollo otra técnica que consistía en no cambiar mucho de posición mientras dormía, se salía, como un contorsionista, de la cama sin destenderla, y esta quedaba prácticamente tendida, lo que le hacía ganar valiosos minutos que podía utilizar para demorarse más en el baño o lo que fuera. 

Imagino que hace muchos años mi cama amanecía hecha un desorden porque era sencilla, y su pequeñez no daba para tantas cobijas y un cuerpo juntos. Desde hace unos años tengo una semidoble que nunca la utilizo toda, solo duermo en su lado derecho, que da a un mueble modular que hace sus veces de mesita de noche, y sobre el que está la lámpara que utilizo para leer. 

Cuando tenía la cama pequeña, pensaba también en cómo sería dormir en una cama más grande, y siempre imaginé que la iba a ocupar toda; nunca pensé que solo fuera a utilizar menos de su mitad como lo hago ahora. 

A veces, cuando tengo mucho calor en las piernas y pies, las estiro, como si fueran reptiles buscando una superficie más fría, para llegar a esas zonas de la sabana que están frías, pero es poco tiempo el que mis extremidades duran explorando esos confines desconocidos antes de que vuelvan al territorio del lado derecho. 

Hoy, cuando la tendí, en un principio parecía que no me había movido, un mero engaño visual, pues la zona izquierda tenía las cobijas y sabanas curiosamente enroscadas; quién sabe qué tipo de seres habitan ese sector de la cama.