viernes, 1 de diciembre de 2023

El vacío

Entro a una librería con plata en el bolsillo y sin ningún tipo de supervisión. Las condiciones están dadas para comprar un libro. En ese momento no importa nada: ni cuántos estoy leyendo, ni lo que no he destapado, nada. Escojo un pasillo al azar y camino desprevenido por él mientras hojeo libros.

Cuando se entra a una librería siempre se siente como un vacío, uno que solo se llena comprando libros. En medio de mi caminata, me encuentro con El vacío en el que flotas, la última novela de Jorge Franco.

Me parece un título evocativo, ¿acaso no? como que remueve algo por dentro. No he vuelto a caer en su obra desde que leí El mundo de afuera y , vuelvo y repito, el título me parece un gran acierto. No sé cuál deba ser el método preciso para escoger una novela, pero yo a veces lo hago porque su título si me atrapa, incluso hay veces los juzgo por la portada, y si me agrada a nivel estético, me lo llevo, en fin.

Ahí, con el libro en mis manos, aplicó una técnica que una vez me contó un escritor en un curso de escritura creativa: “Hay editores que para seleccionar obras leen las primeras líneas de la novela, y luego, al azar, escogen unas de la mitad y otras hacia el final". No sé si me estaba metiendo cuento o qué, pero me parece un método razonable, para medir si la obra tiene feeling con uno o no.

En este caso lo hago a medias y solo leo las primeras líneas: El teléfono de disco, pegado a la pared, se sacudió como si la llamada fuera de vida o muerte. Ya no hay vuelta atrás, necesito saber quién está llamando. Decido llevar esa novela, así que dejo de hojear libros y me acerco a la caja para pagarla.

Antes de mí está una mujer con un tomo grueso y protesta porque no viene envuelto en el plástico transparente. La cajera le dice: “Tranquila, yo se lo envuelvo en ese plástico”, pero a la mujer le da un arrebato y sale apresurada de la librería.