lunes, 14 de julio de 2014

Diálogo

Como ya lo he mencionado, me gusta oir las conversaciones de otras personas.  Mucho más allá de ser metido, me agrada la forma en que las personas argumentan sus ideas y como, en ocasiones,  salen con frases muy buenas.

No es que yo ande buscando conversaciones ajenas a toda hora, pero cuando puedo hacerlo, es un "deporte" que me gusta practicar, y  casi siempre me ejercito en el mismo, porque algún par de personas que se encuentran cerca a mí  hablan muy duro; como la semana pasada una madre y su hijo, que discutian sobre un incidente familiar.

Estaba tomándome un café y comencé a escuchar un siseo repetitivo, típico de una persona que no acepta un reclamo(el típico "tsss también y todo"). Volteé a mirar a mi izquierda y a dos mesas  se encontraban ellos, haciendo partícipes a todos los presentes de su charla.

El hijo debía tener unos 17 años, era mono, con el pelo rapado, gafas, y  llevaba una chaqueta de cuero café.  Apenas lo vi, me lo imaginé como un skinhead intelectual (no sé si existen), es decir, de esos que no se dedican a cometer actos atroces, sino que tratan de argumentar su ideología nvitando a una discusión pacífica.

La Mamá, igualmente mona, de facciones finas y que debe estar tocando las puertas de los 50 años, estaba vestida de forma elegante, con un pantalón negro y una camisa de rayas blancas verticales. El dialogo que me sacó de mis pensamientos fue el siguiente:

Hijo:  ¿Por qué dudaste de mi? No me compares con los demás. Yo soy yo
Madre: Te descontrolas mucho, no te diste cuenta la forma en que tiraste la puerta.
Hijo:  No me descontrolo, solo fue una reacción.
Madre: Tu esperas que la gente no pregunte sobre las cosas que te molestan
Hijo: Y a ti te molesta que yo responda a las cosas que me molestan.  Por amor uno también se abstiene de lo que quiere decir.
Hijo: Dices que soy supremamente agresivo, mira los adjetivos que estás utilizando.  Así es mi reacción y así soy yo.

Me preocupé en garabatear  la conversación en mi agenda, porque me pareció un dialogo sacado de una novela.  Deje de ponerles atención por un rato, porque no quería que se dieran cuenta que lo estaba haciendo. Pasado un tiempo, los ignoré por completo.

Al parecer toda la discusión que tuvieron, se debió a algo relacionado con el hijo y una(s) cerveza(s)   que se había tomado.  Lo que más tenía ofendida a la madre era que él lo hubiera negado, pero según él, ella estaba equivocada porque no había negado nada, es decir, no habia probado cerveza alguna.

Vaya usted a saber si estaba diciendo la verdad o no.  Décadas atrás todo se hubiera solucionado con un ese acto arcaíco de un cachetadon por parte de la mamá y san se acabo;  pero hoy en día tales estrategias no funcionan y las generaciones jovenes parecen tener otro chip o una secuencia de ADN diferente lo que hace más complicado educarlos, o por lo menos intentar hacerlo de la mejor forma que cree un padre,

Tal vez la madre, en un acto típico de sobreprotección, quería que su hijo no diera ese paso que tal vez lo conduzca al abismo del alcoholismo y/o las drogas;  ¿pero cómo saber eso?  ¿cómo saber que una cerveza o un porro son la puerta de entrada a un mundo de perdición? En definitiva, muy complicado eso de ser padre y/o madre.

Ya cuando iba a pagar, los volteé a mirar nuevamente, y ya ambos, mucho más calmados,  con un tenedor, picaban comida de un plato y el hijo le dijo a la madre: "Nunca había tenido un diálogo tan bacano".