jueves, 20 de febrero de 2014

Ayuda al pescado suicida

Todos en algún momento de la vida hemos ayudado a otra persona.  Las ayudas van desde prestar una tarea a alguien que por vago o por X o Y motivo no la hizo, hasta, por ejemplo, donar sangre para salvar una vida.  Recuerdo que una vez  doné plaquetas.  En dicha ocasión me conectaron una jerinja en un brazo, la sangre pasó por una máquina especial que extraía las plaquetas,  y me la volvían  a meter por el otro. Esa vez lo hice como si nada; en cambio una de las últimas veces que me tomaron una muestra de sangre, me desmaye, en fin.

La semana pasada mi hermana me contó que mientras caminaba por la orilla del mar, se encontró un pescado que brincaba en la arena, supondría uno, intentando volver a su medio.  Ella lo agarró con una mano y lo lanzó devuelta al mar.

 ¿Como saber que lo que quería el pescado era suicidarse? Es obvio que es una estupidez, no creo que los animales sean tan tontos como el hombre para acabar con su propia vida, el punto es  ¿como estar seguros de que siempre que queremos ayudar o ayudamos a alguien, en realidad lo estamos haciendo?

El problema con la ayuda, si  llega a existir alguno, es que nuestras creencias alrededor de dicho concepto, se basan en toda la información que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida y que consideramos que es justo o bueno para nosotros mismos.

Por ejemplo puede que en alguna cultura este bien visto que el hombre agarre a cachetadas a su esposa, y que entre más de estas le de, significa que más la quiere.  Si vieramos esto, muy seguramente intentariamos detener al hombre que le esta pegando a una mujer.  Pero tal vez si la mujer no permite que le peguen, es despreciada por la sociedad.

Entonces, a la larga,  parece ser que ayudar no es algo tan trivial.