miércoles, 27 de noviembre de 2019

Quede el que quede

El tráfico avanza lento. “¿Cómo ve lo del paro hoy?”, le pregunto al taxista. “pues ya empezaron a bloquear algunos puntos importantes, responde con desgano, quizá cansado de que todos los pasajeros utilicen la misma carta narrativa para iniciar una conversación.

Los carros se comienzan a mover y en el próximo semáforo en rojo el hombre vuelve a hablar: “Lo que pasa es que los políticos nunca solucionan nada. Quede el que quede siempre va a ser la misma vaina. Por eso yo nunca le he regalado el voto a nadie.

“¿No ha votado nunca?”, le pregunto
“Si, solo una vez en mi pueblo, 
“¿De donde viene usted?
“De Guática, queda en Risaralda.
“¿Y hace cuánto está acá?
“Mi papá se vino hace 40 años con toda la familia por trabajo. Yo tenía como un año”.

Nos quedamos en silencio un rato. Un vendedor ambulante se acerca y nos muestra los productos por la ventana y como no le prestamos atención, sigue de largo. Mientras miro distraído como el viento mece las ramas de un árbol, el taxista vuelve a hablar:

Esa vez que le dije vecino, cuando voté, fue porque un tío se iba a lanzar al consejo”
“¿Y como le fue esa vez a su tío?”
“Se quemo por un voto”, dice riendo. “Desde esa época no he vuelto a votar por nadie, sino que rayo todo el tarjetón. Yo no creo en esa vaina. Quede el que quede el país andaría en las mismas.”