domingo, 6 de noviembre de 2016

Camila

Un asunto, tema, algo le taladra la cabeza.  A veces no confía en lo que piensa.  Siente que sus ideas explotan y la amputan mentalmente.

Agarra su chaqueta y sale a caminar.  Caminar y dormir son las únicas actividades que resetean sus sistema. 

 ¿Para dónde voy? se pregunta. Mira como caminan las personas; se ven tan decididas en su andar que siente envidia de ellos.

Llega a un parque repleto, al parecer, de personas decididas que pasean a sus perros y dejan que sus hijos jueguen en los columpios. Se ven felices.  Camila piensa en la decisión de no tener hijos que tomó hace mucho tiempo.  De pronto es la variable que le hace falta a la ecuación de su vida pero, de ser así, prefiere dejarla sin resolver.

Entra a un café y pide un capuchino.  Luego se sienta en una banca y le da el primer sorbo.  Está fuerte. La barista, por iniciativa propia, le espolvoreo canela, chocolate, cuanto producto se le puede echar a esa bebida.  A Camila no le gusta ninguna de esas adiciones; siempre lo pide "limpio", como a ella le gusta llamarlo, pero en esta ocasión lo olvido.

Maldice mentamente y le cuesta pasar cada sorbo.  Preferiría botarlo, pero es pecado botar la comida.  ¡Pecado! se grita mentalmente, un concepto que nos ha jodido la existencia desde tiempos inmemoriales.

Un perro se acerca a oler su vaso de café que está sobre la silla.  Camila mira al dueño e intenta decirle, con un gesto que siente le deforma la cara: "agarre su puto perro".  El hombre dice algo que debe ser una disculpa, pero Camila no lo escucha. Tiene puestos los audífonos con un alto volumen.  Piensa que todos somos como el perro de ese hombre; metemos el hocico donde no debemos.

La canción que llega a sus oídos hace que sus pensamientos se esfumen.  Es una pieza instrumental de bajo, guitarra y batería repleta de destiempos.  Suena como si cada instrumento quisiera anular el sonido de los otros, toda una batalla de notas y armonías.

No recuerda haber escuchado esa canción.  Mira la pantalla de su reproductor: "Fracture" se llama.  A pesar de la sensación de entropía que le genera, Cree que hay un orden oculto dentro del caos musical.

Unas gotas golpean su cabeza.  Es hora de volver a casa.