El escritor cuenta como en una celebración de noche buena su padre comenzó a estrellar los platos contra la pared. Él era pequeño, y dice que no entendía nada de lo que pasaba, pero que si recuerda el malestar que el episodio le generó. ¿Por qué su padre había tenido que escoger precisamente esa fecha para descargar su rabia contra él, su familia o el mundo? El escritor es Manuel Vilas.
También dice como después de que eso ocurrió, nunca hablaron acerca del tema.
Yo también tengo un recuerdo de cuando era pequeño. Era de noche y estábamos con mi familia en la mesa de la cocina, y mi papá y mi hermano estaban discutiendo por algo. No recuerdo a qué se debía el altercado, pero si que ambos se pusieron de pie, y que estaban muy alterados. Cada vez subían más el tono de la voz y se inclinaban hacia adelante cada vez que hablablan como para hacer énfasis en sus palabras. Yo, a mis 8 años, esperaba, con angustia el desenlace de la pelea. Sentía que el mundo se iba a acabar.
De repente mi padre se quedó sin palabras, y la única reacción que tuvo fue echarle el vaso de jugo en la cara a mí hermano. Reacción que acabó la pelea y que a pesar de lo violenta y/o humillante que haya sido, fue mucho mejor que recurrir a un puño, por ejemplo.
Tampoco recuerdo que pasó después de eso, supongo que mi hermano se fue a su cuarto y que se dejaron de hablar por unos días. Me imagino que, como en el caso del escritor, tampoco volvimos a hablar del tema, simplemente lo dejamos ser y ya. Cómo lo escribí hace algún tiempo, nada mejor que el “Como si nada”, como mantra de vida, para evitar patinar sobre las situaciones.
Todo esto me recuerda el preciso párrafo de apertura de Ana Karenina: “Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”, pues todas las familias, creo yo, han tenido episodios de infelicidad.