lunes, 29 de mayo de 2023

La gente feliz lee y toma café

Ese es el título de una novela con la que di por casualidad en una librería hace ya varios años.

El título me llamó la atención porque me vi reflejado en él. No tanto por lo de ser feliz, pues creo que es un estado en el que eventualmente se cae, sino por lo de leer y tomar café, algo que hago con frecuencia.

Si me preguntan ahora de qué trata la novela, no sabría que responder, pues la trama se esfumó por completo de mi cerebro. Me imagino que fue así porque la historia le quedó debiendo al título, no lo igualó, no cumplió con todo lo que prometía o lo que me llegué a imaginar en su momento.

Debo aceptar que me dejé llevar por él. A veces tengo buenos aciertos de feeling con los títulos, como cuando compré El hombre que murió la víspera o Como los perros, felices sin motivo, pero otras veces me descacho por completo.

En varias ocasiones y contrario al dicho, si juzgo los libros por su portada. Bueno, más bien por su contraportada que siempre tiene frases que atrapan, como Conversación en La catedral de Vargas Llosa, que al final no fue uno de mis preferidos de ese autor, pero que tenía una frase suya que decía algo como: “Si tuviera que salvar solo una obra del fuego, sería esta”.

¿Cómo no me iba a causar intriga leer esa obra para saber por qué su autor dijo eso? La curiosidad es una droga muy poderosa.

No sé como concluir estas palabras medio desordenadas, pues solo quería sentarme a escribir algo y esto fue lo que salió quién sabe si del consciente o el inconsciente.

En esos días he pensado mucho sobre eso, escribir desde el inconsciente. Varios grandes autores dicen que es la mejor forma para hacerlo, o que es el lugar donde reside la verdadera escritura.

El punto es ¿cómo hacerlo?, pues como le comentaba a una escritora en estos días, proponerse escribir desde el inconsciente es un despropósito pues el simple hecho de pensarlo ya lo convierte en algo consciente, en fin.

Ella me decía que cada quien debe encontrar rituales que lo lleven a ese estado de escritura inconsciente.

De pronto a la autora de la Gente feliz lee y toma café le llego esa frase de la nada y trato de armar su novela lo mejor que pudo, vaya uno a saber.