lunes, 19 de abril de 2021

El mundo está lleno de efes.

Hace ya muchos años, en mis inicios laborales, conseguí un trabajo en una empresa de consultoría. Recuerdo que estaba contento de haberlo logrado sin ningún tipo de palanca o favoritismo, sino a punta de mérito propio.

Me imagino que, en medio de mi felicidad, le contaba a todo aquel con el que hablaba de mi nuevo logro, y así lo hice con F. un amigo de ese entonces.

F. es de ese tipo de personas que le encuentran fallas a todo y son buenísimos cuando se trata de desmotivar a alguien. Después de contarle la noticia, lo primero que me preguntó, en un tonito de burla que daban ganas de partirle la cara, es que si yo salía en la página web de la empresa. Le pregunté que a qué se refería y me dijo que si no había una foto mía en esa típica sección de "¿Quiénes somos?".

F, siempre me ha parecido, es de ese tipo de personas que piensan que el universo les debe algo, y por esa razón siempre salen con ese tipo de comentarios que no aportan nada, y los camuflan con risitas y bromas pendejas.

En los 4 años que duré en esa compañía nunca me tomaron una foto para salir en la página. De hecho nadie del equipo de trabajo salía en la página, pues esta tenía imágenes con modelos X, como los de esas tarjetas con fotos de familias felices, que traen las billeteras nuevas.

No entiendo por qué ese debe ser un requisito para sentirse realizado en un trabajo, por qué ese afán de establecer quién somos, cuando pocos quieren saberlo.

Ustedes ya saben que entiendo muy pocas cosas, bueno, la verdad casi nada, pero soy bueno disimulando.

De F. les cuento que me fui alejando poco a poco, no porque me lo propusiera, sino porque los intereses personales de cada uno son muy diferentes.