viernes, 25 de febrero de 2022

.Punto y aparte

Cuando se me hace tarde para escribir en este espacio, como hoy, entro a Blogger y creo una entrada escribiendo solo un punto, así queda registrada en esta fecha y no mañana. Caprichos chimbos que tengo.

Me aventuro a pensar que el punto que escribo es un  punto y aparte, y que es como una barrera. Antes de él estamos a salvo y después viene un precipicio.

Imagino que lo que nos separa de la muerte es un mísero punto y aparte; que la vida, el destino, Dios, el chupacabras, sea quien sea, decide ponerlo cuando se le da la gana.

Pienso en todo esto porque no deja de darme vueltas en la cabeza Paula, el libro de Isabel Allende.

Ella cayó en coma y duró un año en ese estado. La escritora chilena cuenta que a veces, de repente, le daban convulsiones.

El accidente que me dejó el amable recordatorio, también me hizo caer en coma, pero solo por 17 días. Durante ese tiempo estuve, como decía una de las cuidadoras de Paula cuando su madre por fin la instaló en su casa, "en limbo,  junto a los bebés que murieron sin bautizar y otras almas salvadas del purgatorio”.

Hace unos años, en una visita a urgencias debido a una de mis crisis de cefalea en racimos, y ante el dolor de cabeza tan intenso que tenía, el médico que me atendió ordenó que me hicieran un TAC por si las moscas.

Más tarde, cuando el resultado salió, el médico vio la radiografía de mi cerebro y se dio cuenta de que me habían operado de la cabeza. “¿Nunca ha convulsionado?, me pregunto. “No”, le respondí, pero nunca he dejado de pensar en esa pregunta,  pues pienso que por la cara que hizo el doctor, lo daba casi por hecho.

La vida casi me pone un punto y aparte, pero la maquinaria del universo, de la que desconocemos su funcionamiento, quiso que le rindiera honores al punto y coma.