lunes, 16 de marzo de 2015

Búsqueda



No hay nada más fastidioso que hacer vueltas de banco.  En medio del tedio, y de la espera, en la mayoría de ocasiones lo único que queda por hacer es distraerse con el celular, actividad que suele ser interrumpida por el celador, con un fuerte y claro "Acá no puede utilizar el celular, por favor guárdelo" quién luego se se queda mirándolo  a uno, como a ese niño chiquito que se mete una cucharada de comida a la boca y no mastica ni se la traga, hasta que finalmente no queda otra opción que guardar el celular.  Es por eso que escuchar conversaciones ajenas es uno de mis deportes favoritos en un banco, a ver si me encuentro con algún tema interesante.   
      

La semana pasada  fui a uno, y mientras esperaba sentado en una silla, un señor y el hijo se sentaron detrás mío.  De un momento a otro el señor comenzó a renegar y dijo con algo de mal genio “increíble que lo que voy a buscar es lo que se pierde”.


Volteé a mirar al señor y le tuve algo de compasión, pues sostenía varios papeles en ambas manos y, aun sin soltarlos, buscaba algo desesperadamente en sus bolsillos.  Mientras tanto, su hijo, un adolescente,  lo miraba  fijamente sin prestarle ningún tipo de ayuda.


Me quedé pensando en esa frase ese día.   ¿Será que así ocurre con todos nuestros asuntos? Es decir  ¿De  las muchas veces que buscamos algo, sea lo que sea, simplemente no lo encontramos porque está destinado a perderse?


De ser así entonces vivimos es punta de errores, en el sentido en que lo que tenemos en cualquier ámbito de nuestras vidas, nunca fue eso que buscamos, sino algo que por casualidad nos tocó y que pertenecía a la búsqueda de otra persona. 

Aunque quién sabe, de pronto lo único que estaba buscando el señor era un dulce para distraer el estomago o su celular.