jueves, 12 de enero de 2017

La secta de la abuela

Tomo café con mi hermana en un centro comercial.  De repente una señora canosa, con pinta de abuelita y  que lleva un fajo de fotocopias debajo de su brazo izquierdo y una carterita negra con pinta, más bien, de monedero gigante en el otro brazo, se nos acerca, balbucea un saludo ininteligible y deja una copia encima de nuestra mesa.

Pienso que es la mujer es uno de esos  militantes religiosos que pretende evangelizar a todos los que se encuentre en su camino.  Estoy dispuesto a escuchar su discurso sin refutarle nada; dejar que gaste sus energías y siga su camino, pero luego de dejar otro par de fotocopias en otras mesas, la abuela se retira sin decir nada.

La curiosidad no me permite botar la hoja y me pongo a leerla.  Es una fotocopia de un escrito hecho a mano y de afán, lo que hace difícil su lectura.  En la mitad de la hoja está la imagen de una mujer rubia que sonríe y lleva una bata blanca.

El texto tiene el nombre  completo de muchas personas y algunos vienen con direcciones.  no solo de Bogotá sino de otras ciudades como Oregon, Michigan.  Algunos nombres vienen acompañados con ordenes: visiten a fulanito en esta dirección y conózcanlo o entablen amistad fingiendo necesitar X cosa.

Más abajo en un párrafo que presenta algo más de coherencia dice: "detrás de cada buena mujer siempre habrá un hombre horroroso".  Luego aconseja buscar ciertos temas, de carácter esotérico, en internet.

La abuela debe hacer parte de una secta,  ¿de qué? imposible saberlo, pues su estrategia de volanteo desprovista de una narrativa clara y concisa, falla al momento de conseguir adeptos.

Luego de una ultima hojeada a la fotocopia, la arrugo y boto en una caneca. Esta ciudad tiene mucho loco suelto.