jueves, 16 de octubre de 2014

Silencio

Antes de ayer tenía dolor de cabeza y una especie de malestar general.  A esa sensación se le sumo mi empute.  Yo sé un poco rídiculo, pero me dio mal genio sentirme así, sobre todo porque así es que me han empezado unos episodios de migraña que son una completa pereza.

Es día me dormí temprano. Mi idea era taparme solo con el cubrelecho y esperar a que se me pasara el dolor de cabeza para después ponerme a  escribir algo; finalmente no fue así y me terminó por dar sueño;  Así que me quede dormido sin ponerme la piyama (esto es un decir, pues hace mucho que no utilizo y me duermo en boxers, a menos de que sienta mucho frio).

Me desperté a la 1 de la mañana, intenté hacer pereza (vender pereza debe ser un buen negocio), pero mi cuerpo parecía estar completamente descansado, así que me quede quieto escuchando nada; fue muy extraño pero por varios segundos mis oídos no captaron ningún tipo de ruido.  Durante ese corto lapso de tiempo ningún carro sono, el pájaro del reloj cucu no hizo ruido, la nevera tampoco, nada.  Me acuerdo que cuando era pequeño dormirme era un martirio porque cerraba los ojos, y me imaginaba un sonido metálico en la cocina, no sé porque pensaba que un robot malvado se paseaba, en horas de la noche, allá.

Pensé en el silencio en ese momento, y que tal vez meditar habría sido una buena opción, pero no sé hacerlo; aunque dicen que no es complicado, sino que simplemente uno se debe sentar comodamente y comenzar a  exhalar y expirar profundamente, al mismo tiempo que se debe tratar de no pensar en nada.  Lo de la respirada me lo aguanto, pero eso de no pensar en nada me parece extraño, pues el siemple hecho de tratar de no pensar sobre nada, implica el pensar sobre nada  ¿no?, en fin.  

En la universidad una amiga estuvo metida en el cunto de los Hare Krishna; ella sabía meditar, llevaba un punto de henna en la frente  y su cara tenía faccciones orientales.  Se sabía varios mantras, y a mí me gustaba oirla cuando los recitaba; siempre he sentido fascinación por cualquier tipo de lengua de la cual no conozco ni media palabra.  Solo me aprendí el principio de uno que, creo que, pretendia buscar la paz: "Namaste Narasimhaya pradala; el resto nunca me lo pude aprender.  Ella los recitaba muy rápido y fonéticamente eran muy agradables.

A la larga creo que de vez en cuando es bueno guardar silencio, pues en medio de tanto ruido, las indicaciones para tomar el camino adecuado se nos pierden.