martes, 4 de enero de 2022

Hacer cosas

En el 2008 salí con C. La conocí en una celebración de cumpleaños de la exnovia de un amigo. Esa vez una de sus amigas me dijo que yo le interesaba a ella, “¡Qué va!”, respondí”, y después de dos semanas la llamé y comenzamos a salir.

C. trabajaba en un banco y su grupo de amigos no me caía muy bien que digamos, no sé, me parecían como creídos; seguro algunos de ellos pensaban lo mismo de mí o se preguntaban qué carajos hace C. saliendo con ese man, en fin.

Una vez en una de las salidas a un bar de la 85, llegué al lugar y ella no había llegado. Había una reserva a nombre de un tal Felipe, di su nombre en la entrada y me senté, en el lugar que nos habían asignado, a ver pasar gente.

Pasados unos minutos llegó un hombre de gafas y pelo negro ensortijado, que también hacia parte del grupo de esa noche.

“ ¿Qué más, como está? soy Juan Manuel.”

“ ¿Cómo le va? soy perenganito.”

Perenganito resultó ser alguien que trabajaba con C. en el banco.

Supongo que en un momento la conversación que sosteníamos se estaba poniendo aburridora, y ya no sabíamos cuál cliché o tema comodín tocar. Yo quería llevarla a mi terreno, con eso me refiero a hablar de libros y todo lo relacionado con ellos.

No recuerdo cuál fue el rumbo exacto qué tomo la conversación, pero decidí contarle al hombre que en ese momento estaba tomando un diplomado de escritura creativa y novela corta.

Luego de decir eso, el hombre me miró fijamente y con cara de asombro y levantando un poco el tono de su voz preguntó: “¿Y para qué?”

“Porque me gusta”, le respondí”. Razón suficiente, pienso, para hacer algo.

En ese momento llegaron más personas y ambos, supongo, respiramos aliviados.