jueves, 6 de abril de 2017

Lector profesional

Bruno Ovalle muerde una tostada y el crujido parece un lamento del trozo de pan sólido.  Al instante lo ablanda con un sorbo de café y voltea a mirar el reloj de pared y siente  cada traqueteo del segundero como una micro-puñalada. 6:20 a.m. Hace unos cálculos mentales rápidos y concluye que dispone de 15 minutos para hojear el periódico.

De forma distraída agarra los avisos clasificados de empleo, y antes de sumergirse en la sección de deportes, pasa unas cuantas hojas despectivamente.  Un anuncio, con fondo amarillo y letras de un negro intenso, que ocupa la mitad de la página,  capta toda su atención:

LECTOR PROFESIONAL 
La empresa Leer&Leer busca  una persona apasionada por la lectura.  
No se requiere título profesional, sino únicamente ganas de leer en diferentes 
cafés a lo largo de la ciudad y como si el mundo se fuera acabar mañana.  Es obligatorio
 que la persona tenga un gusto exagerado hacia el café o té, bebidas que podrá acompañar 
con cualquier producto de pastelería. El puesto está sujeto a una prueba literaria de 
conocimiento para comprobar su trayectoria como lector. 

Ovalle leyó el aviso unas 10 veces letra a letra, sílaba por sílaba.  No lo podía creer. " ¿Quién gasta tanto dinero en un anuncio? seguro es una broma" pensó, pero,  ¿y si no lo era. cómo dejar pasar la oportunidad?  

Cumple con todos los requisitos y es la oportunidad perfecta para dejar un puesto de trabajo con el que nunca se ha sentido a gusto.  Por un momento piensa en no ir a la oficina. Cree que, de enviar la hoja de vida, el trabajo será suyo; mejor ponerse a repasar sus conocimientos literarios  para la prueba que pronto va a presentar.

Al rato se desanima  "¿y qué si estoy soñando?" se pregunta. Siente rabia, que tristeza que todo el asunto solo haya sido ese viejo cliché de un personaje al que todo lo que le ocurre no es más que un sueño; "que fórmula tan barata" murmura.

Han pasado dos días y Bruno Ovalle no ha vuelto a su trabajo, sigue sentado en el mismo lugar de la cocina, esperando despertar.  Ya perdió la cuenta de las veces que ha leído el anuncio.  Nadie ocupa aun el puesto de Lector Profesional.